Cambio climático, sequía y plagas
El problema de la sequía e inundaciones en Honduras y en muchas naciones del planeta pasa por la influencia directa del cambio climático. Por lo tanto, el gobierno hondureño debe establecer un plan de contingencias para enfrentar las severas consecuencias de la sequía tales como la escasa producción de alimentos agropecuarios y forestales, que amenazan la vida debido al hambre, desnutrición y otras enfermedades causando la muerte de seres humanos, y afectando, además, al mundo animal y vegetal. Un plan gubernamental debe incluir, en primer lugar, el reclutamiento de personal técnico altamente calificado para desarrollar estrategias de corto, medio y largo plazo de manera continua y sistemática, no solo cuando se presenta la época seca. En el corto plazo, la perforación de pozos y las implementaciones apropiadas de riego son vitales. En el mediano plazo, contemplar la construcción de reservorios de aguas en las microcuencas en coordinación con las alcaldías y población, la captura y cosecha de aguas de lluvia, y a largo plazo desarrollar una política de Estado a través de un programa nacional de suelo-bosque-agua; conservación y manejo de suelos y reforestación nacional de árboles maderables, frutales, para leña, entre otros; reservorios y cosechas de agua. Adicionalmente, invertir en investigación de adaptabilidad de variedades de granos básicos y pastos resistentes a la sequía y sin faltar una eficiente y eficaz educación ambiental en todos los niveles vinculando al Ministerio de Educación. Las medidas preventivas de la sequía que han implementado los gobiernos de turno no han sido lo suficientemente efectivas porque han permitido la destrucción del bosque mediante la tala, incendios, ataque de plagas, escasa reforestación, deficiente educación en cuanto a preservar, forestar y proteger las nacientes de agua. Las grandes extensiones de bosque de coníferas destruidos a causa de la plaga del gorgojo descortezador del pino, infortunadamente los técnicos forestales no identificaron los primeros signos del ataque para establecer el obligado cerco epidemiológico; esta deficiencia y la retardada reacción de defensa, permitió el avance de la plaga, destruyendo cuatrocientos diecisiete mil hectáreas (417,000 ha) de bosque de pino. Inmensa tragedia ambiental.
Ciertamente Honduras, lamentablemente, contribuye al calentamiento global mediante la destrucción de sus bosques, ataque de plagas, incendios forestales, la quema permisiva del cultivo de la caña previo a la cosecha y al proceso de industrialización del azúcar, la producción de metano de la ganadería, las emisiones de las plantas industriales, plantas térmicas y de otras industrias, automotores mal regulados, pobreza de la educación ambiental y el uso sin control de aguas subterráneas para irrigación de cultivos.
A causa del cambio climático están ocurriendo eventos meteorológicos apocalípticos tales como oleadas de frío y tormentas invernales en Estados Unidos de América, y temperaturas extremadamente calientes en Australia, Argentina y América Central. El deshielo del Ártico es evidente, lo mismo que el aumento acelerado del nivel del mar; tormentas tropicales cada vez más intensas y huracanes. Hoy mismo cae nieve en Hawái, invasión de osos polares en Rusia por el deshielo del Ártico, sequía en Puerto Rico y para Honduras no son muy halagüeños los pronósticos. La ONU declaró que tenemos hasta el 2030 para detener el calentamiento global, de lo contrario no habrá marcha atrás y podremos ser testigos, si permanecemos vivos, de observar las consecuencias catastróficas. En este sentido, la ONU pretende limitar el calentamiento global en 2°C respecto a esta época industrial, pero muchos científicos señalan que, debido a los altos niveles de emisión de gases de efectos invernadero, la temperatura habrá aumentado al final del siglo XXI en más de 4°C, lo que equivale a una alerta roja permanente.
El exsecretario de la ONU, Ban Ki-moon, nos recuerda a todos, y principalmente a los gobernantes, que ya no se puede negociar con la madre naturaleza y que el tiempo para responder al calentamiento global de la Tierra se está agotando, no caben excusas y dijo: “No puede haber un plan B para el planeta Tierra, porque no tenemos otro planeta B”.
La sequía es falta de agua y esta es un bien común universal, patrimonio vital para la humanidad, animales y plantas. Por tal razón, debemos optar por la cultura del desarrollo sostenible en materia de aguas. Si pensamos que el bosque no es un simple almacén de madera, entonces nuestros ríos, los acuíferos, los humedales y los lagos son mucho más que simples almacenes de agua. Debemos entenderlos como valores sociales, culturales, ambientales, productivos y económicos. Integrar este conjunto de valores es enfocar el tratamiento de nuestros ecosistemas desde un nuevo derecho humano al agua. La calidad y el acceso del agua está cada vez amenazada con el aumento de la población, la expansión de las actividades industriales y agrícolas, mientras el cambio climático está alterando el ciclo hidrobiológico global. Es hora de elaborar un plan de manejo del bosque que recomienda prohibir la tala, que promueva la producción controlada de madera en plantaciones forestales y sistemas agroforestales para garantizar las fuentes de agua, fortalecer las existentes y rehacer las que el mismo hombre destruyó, dando continuidad a las políticas de desarrollo de recursos naturales sostenibles
A causa del cambio climático están ocurriendo eventos meteorológicos apocalípticos tales como oleadas de frío y tormentas invernales en Estados Unidos de América, y temperaturas extremadamente calientes en Australia, Argentina y América Central”.