La crisis en Venezuela
Las imágenes el sábado anterior, de los camiones con ayuda humanitaria envueltos en llamas en el punto fronterizo entre Colombia y Venezuela, mientras, en un acto simultáneo, Nicolás Maduro bailaba en una concentración en Caracas, indignaron al mundo. Estos hechos marcaron el pico de una larga y tensa jornada aprovechada por el régimen de Maduro para decirle al mundo que aún cuenta con el apoyo de la cúpula militar y que está dispuesto a mantenerse en el poder a costa de lo que sea, incluso, de la vida de sus miles de compatriotas que demandan la ayuda para sobrevivir la peor crisis humanitaria, económica, política y social a la que la ha llevado el régimen chavista, que bajo la bandera del socialismo del siglo XXI, él encabeza. El Grupo de Lima ha emitido ayer una declaración en Bogotá en la que acusa al régimen de Maduro “por estar sometiendo intencionalmente a los venezolanos, y en particular a la población más vulnerable, a una sistemática privación de alimentos y medicinas, y de acceso a servicios básicos, para asegurar su permanencia en el poder” y ha llamado a la Fuerza Armada Nacional a reconocer al presidente encargado, Juan Guaidó, como su comandante en jefe”, y a que “fieles a su mandato constitucional de estar al servicio exclusivo de la nación y no al de una persona, cesen de servir como instrumentos del régimen ilegítimo de Nicolás Maduro para la opresión del pueblo venezolano y la violación sistemática de sus derechos humanos”. En respuesta, Maduro y sus más cercanos aliados, incluida la cúpula militar, dicen mantenerse firmes en sus posiciones, aunque su capacidad de gobernar se vea limitada por el alto grado de conflictividad, lo que sin duda llama a buscar una salida urgente a la misma. Para los analistas hay dos caminos: uno, la intervención militar que sin duda profundizaría la confrontación social interna; y dos, buscar salidas negociadas con base en las leyes nacionales e internacionales que conlleven activar los mecanismos para la resolución de este tipo de conflictos hasta concluir con la convocatoria a un proceso electoral totalmente libre, democrático, con el aval y la observancia directa de la comunidad internacional. Venezuela merece recuperar ya su democracia, su paz social, y retomar el camino al desarrollo