El sarampión amenaza de nuevo
En 1994, la Región de las Américas estableció la meta de eliminar el sarampión para el año 2000. Para entonces, la Organización Mundial de la Salud (OPS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportaban que la incidencia anual notificada de la enfermedad era de 31 casos por millón de habitantes y que la cobertura regional de la primera dosis de la vacuna antisarampión era de 84%. Se siguieron entonces todos los protocolos establecidos y para el año 2002 la Región anunció que había logrado interrumpir la transmisión de la última cepa endémica del virus del sarampión. “La eliminación se logró mediante el compromiso de toda una región para alcanzar un objetivo común y la aplicación plena de la estrategia regional para la eliminación del sarampión. Esta incluía actividades de vacunación bien definidas y una vigilancia sensible de la enfermedad, apoyada por una capacidad mejorada del diagnóstico de laboratorio”, anunciaron los organismos citados en uno de sus documentos. Entre 1994 y 2002, el costo adicional de la estrategia de vacunación aplicada para lograr la eliminación del sarampión en América Latina y el Caribe fue de 244 millones de dólares. Este año, el fantasma de esta enfermedad vuelve a sobrevolar las Américas y con ello ha encendiendo las alarmas entre las autoridades y la población. Estados Unidos ha reportado 159 casos de la enfermedad en diez estados y hay una familia francesa infectada con la enfermedad llegó a Costa Rica. No hay duda de que en Honduras el Programa Ampliado de Inmunización (PAI) ha sido uno de los más exitosos por su planificación, coordinación y efectividad en el control de las enfermedades infectocontagiosas. Desde el PAI se ha dado la alerta y se está llamando a la población en riesgo a vacunarse de inmediato para evitar con ello el contagio. Han informado que cuentan en existencia con las vacunas necesarias para hacer frente a la emergencia, pero tienen que arreciar con una campaña de concientización para que estas personas se acerquen a los centros de vacunación lo más pronto posible, y de no ser así ir a buscarlas a sus casas, a sus centros de trabajo y de estudio. Se deben intensificar las campañas de educación y la población tiene que atender los llamados de las autoridades. Este no es un juego. La amenaza es real