Entre paréntesis Espejito, espejito
Como es archiconocido en su famoso cuento “Blancanieves”, los hermanos Grimm relatan la historia de una hermosa princesa, con cutis “blanco como la nieve, labios y mejillas rojos como la sangre y cabellos negros como el azabache” que tenía por madrastra una malvada reina que se sentía celosa de su belleza (todo un cliché). Por esta razón, la reina -que además de poderosa era una bruja- decide matarla y para ello encarga a un cazador que la lleve al bosque y ahí ejecute su orden. Sin embargo, este - algo chambón- no es capaz de cumplir el mandato y la deja ahí, escapando la joven hacia la foresta; ella encuentra una casa solitaria y se refugia ahí, como toda una “squatter”, sin saber que ahí habitan siete enanos. Los pequeños trabajan en una mina de oro (¡ Hi, ho! ¡ Hi, ho!) y al regresar a su hogar encuentran a la muchacha dormida. Cuando Blancanieves despierta, admirados por su belleza le permiten quedarse en su casa, colaborando en los quehaceres del hogar (de empleada doméstica, pues). Sin embargo, le advierten que debe tener cuidado con su madrastra, pues seguramente le haría daño si se enterara que ella sigue viva (música siniestra de fondo).
Efectivamente, la reina malvada se da cuenta de que la joven ha sobrevivido, gracias a un espejo mágico que le informaba si existía alguien más bella que ella en el reino.
En la versión castiza del cuento, ella le consultaba a su oráculo más o menos así: “¡ Espejito, espejito que me ves, la más hermosa de todo el reino, dime, ¿quién es?”, por lo que es de imaginar se puso como basilisco cuando el sincero artilugio no dijo su nombre sino el de su hijastra. Está de más contar el resto de la historia pues es de conocimiento general que, en una trama digna de Carmilla Wyler, la
Al igual que en el cuento, en la carrera electoral que ya ha iniciado acá, todo aspirante querrá que el espejo le diga sin ambages ‘tú eres el más hermoso’”.
reina logra envenenar a la protagonista del cuento con una manzana, pero esta - a diferencia de los trágicos casos de la vida real- supera el trance gracias a la oportuna presencia de un apuesto príncipe, quien imaginamos aplicó la maniobra de Heimlich para desobstruir el conducto respiratorio y lograr que hubiera final feliz, al menos para ellos (los enanitos se quedaron sin servicio doméstico).
Al igual que en el cuento, en la carrera electoral que ya ha iniciado acá, todo aspirante querrá que el espejo le diga sin ambages “tú eres el más hermoso”, siendo crecientes ejércitos de “followers” en redes sociales y encuestas de opinión lo que supla el papel del bien informado artilugio. Como ocu- rre en la historia, cuando no se obtenga la respuesta esperada, estarán dispuestos a hacer brujerías, disfrazarse y envenenar manzanas, con tal de lograr sus propósitos y superar a quien sí goce de los afectos de las masas.
Y si este tiene algún tontín, gruñón, dormilón, mudo, sabio, feliz o mocoso, asesorándolo o como anticipado miembro de gabinete, harán lo propio, para parecerse o mejorarse.
En vista de los apurados anhelos de quienes desean convertirse en fenómenos políticos en el cateto e hipotenusa del triángulo norte centroamericano, es oportuno recordarles que en la vida real no todos pueden ser Blancanieves, aunque busquen un príncipe valiente para tener final feliz