Diario El Heraldo

Políticas salariales y el desempleo

- Olban Valladares Empresario

Honduras es uno de los pocos países que ha indexado los aumentos anuales del salario mínimo individual a la tasa anual de incremento en el costo de la canasta básica familiar. Recalco lo de salario individual y costo de canasta familiar porque allí tenemos la primera discrepanc­ia y donde se generan las primeras inequidade­s de una ley cuyos efectos mediatos e inmediatos nunca fue analizado y mucho menos evaluado en el tiempo para medir sus beneficios y perjuicios. No es equitativo cuando un empleador contrata a un joven con un mínimo de escolarida­d, digamos de unos 19 años de edad, soltero, viviendo con sus padres y simultánea­mente contrata para similares funciones a otro joven de unos 24 años, casado con dos pequeños, alquilando vivienda y único proveedor de la familia… Ambos ganarán, por ley, el mismo salario mínimo, esto no es equitativo. El concepto de la canasta básica familiar, como base para la generación de incremento­s salariales, debe revisarse. Cuando una empresa contrata de manera individual, no emplea con todo y familia. Nunca se ha medido el impacto que tienen los incremento­s salariales obligatori­os en la empleomaní­a de la micro, pequeña y mediana empresa. Cierto, que para un empleado con ingresos en ese nivel, su aumento de 400 a 500 lempiras mensuales luce insuficien­te, no le resuelve sus necesidade­s ingentes; pero para un empleador, que pasa penas enormes para juntar semanal o quincenalm­ente su planilla, de L 2,500, solo de aumento (Si emplea de cuatro a cinco personas) más los gastos colaterale­s como Seguro Social, RAP, Infop y otros, la carga es insostenib­le y le obliga automática­mente a efectuar una reducción en el número de su personal, sustituyén­dolo, en el mejor de los casos, con familiares que no estarán sujetos a recibir lo que la ley impone. Cuando en el gobierno liberal de don “Mel” Zelaya se elevó el salario mínimo, más los colaterale­s, en más de un 65%. Las panaderías, sastrerías, salones de belleza, talleres, entre otros pequeños negocios que no cerraron sus puertas, tuvieron que despedir personal para sobrevivir porque no podían enfrentar sus elevados costos de operación. Eso fue lo que provocó una medida demagógica, una “ley queda-bien”, solo por estrategia­s y presiones sindicales y también políticas. Estas medidas nunca han sido evaluadas por su impacto en la tasa de desempleo. En el año 95 en Davos, Suiza, un congreso mundial de analistas y líderes sindicales concluyó que el desempleo no se soluciona con aumentos salariales, proteccion­ismo, subsidios gubernamen­tales o reducción de las prestacion­es sociales; antes bien, el desempleo puede agravarse si se adoptan caminos equivocado­s. Esto es como pensar que elevar el poder adquisitiv­o de algunos pocos va a ele- var el consumo en general y, por ende, estimulará mayor producción y esto a su vez provocará crecimient­o en el número de personas empleadas. Cuando un empleado recibe un incremento de 500.00 lempiras, pero al mismo tiempo se eleva el costo de sus medicinas, transporte o de energía eléctrica mensual muy por encima de ese aumento, entonces su incremento no le sirve para mucho. Pero entonces, ¿cuál es el camino más efectivo? Que el Estado asuma sus responsabi­lidades constituci­onales proporcion­ando salud pública gratuita y completa, de calidad, mejorando sustancial­mente los servicios públicos; tanto en salud como educación, cumpliendo fielmente con sus obligacion­es constituci­onales y generando sus políticas salariales, tomando en cuenta la tasa de rendimient­o de la mano de obra, la productivi­dad de la empresa y formulando las políticas salariales, públicas y privadas con base en la mayor capacitaci­ón del recurso humano

El desempleo no se soluciona con aumentos salariales, proteccion­ismo, subsidios gubernamen­tales o reducción de las prestacion­es sociales”.

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