Diario El Heraldo

Agonía segura

Caída Estos personajes tomaron a juego las acciones de Estados Unidos en su lucha contra los delitos transnacio­nales

- Octavio Carvajal

Pronto podrían irse para Nueva York “empresario­s”, políticos y oficiales de Policía liados al crimen organizado. Solo les queda despedirse secretamen­te de amigos y parientes.

En un abrir y cerrar de ojos y de forma ruidosa seguirán cayendo galanes creídos de inmortales por sus obscenas poses ante la “justicia”. La opulencia de varios se hizo añicos y, la de otros, pronto llegará a sus almace- nes malhabidos.

A los enamorados del bajo mundo les aguarda dura prisión por el imperio, nomás tengamos paciencia. Su agonía será lenta, pero segura.

En tan poco tiempo hemos olvidado la forma en que los cargaron o se rindieron ante el implacable acoso “gringo”. Aquí se sentían perpetuos, inmunes y sagrados en medio de sus múltiples picardías. Eran insaciable­s en injustas comilonas con capos de la droga. Sin duda no son políticos, empresario­s ni banqueros. Son blanqueros, pinches bandoleros con traje.

Lavaderos

Estos personajes tomaron a juego las acciones de Estados Unidos en su lucha contra los delitos transnacio­nales. Una buena manada de léperos sigue aún en tierra catracha llevando y pasando alcaloides, lavando dinero, mientras algunos andan huyendo moviéndose por Centroamér­ica con la venia de poderosos. Nadie los captura porque todos se hacen los ciegos.

La DEA detectó a varios de ellos en Costa Rica y Panamá. Dejaron o vendieron sus negocios y estancias para alojarse en esas patrias. Sus palacetes están semivacíos, casi convertido­s en cementerio­s. Un “empresario” que por décadas dominó la maldita justicia no pudo doblar la ley divina. De gran señor, a un pobre diablo engrillado por narco. ¡Eres tú amigo!

A uno de sus parientes (hoy con argolla) los del norte le seguían los pasos hacía once años. Era el “cerebro” de los fuertes envíos de cocaína. Su poderío terminó al rendirse ante gringoland­ia. Dirigió uno de los carteles de la droga que operó en el atlántico por más de veinte años. Por las malas compró miles de hectáreas de tierra para trasegar toneladas de droga.

Chorizo

Su caída se llevó de tropezón a otro grande de la política nacional. Un chorizo de maldades en toda una tarima de orgías de la “alta suciedad”. Los sucios de corbata seguirán abatiéndos­e. Terminó su fiesta. Ya no valen monedas de la coca por las que mandaron a panteones a sus estorbos. El patrón ya no está entre los grandes.

Con bolsillos repletos de dinero fraguado por narcotráfi­co, pero avergonzad­os ante los gentíos. “El ambicioso por su propia ambición caerá”, rezan las Santas Escrituras. “Hay caminos que al hombre le parecen de salvación y son de perdición”. El gobierno de JOH solo tiene que cumplir los pactos con la DEA. Pecho a tierra deberá ponerlos. ¿O no?

¡Dios es justo! Si los jueces terrenales fallan, la justicia celestial tarda sin olvidar a los malignos soñados de dignos. Es mejor respirar pobre, comiendo frijoles con decencia en una choza que vivir ricacho y con doble moral dentro de lujosos palacios que no son más que el infierno de sus atrocidade­s. Sus crímenes y sus picardías lo pagarán aquí en medio de jardines repletos de rosas sucias y maloliente­s. Recen, les espera larga agonía

Son blanqueros, pinches bandoleros con traje.

La justicia celestial tarda sin olvidar a los malignos.

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