Castigo para los pirómanos
Los incendios están acabando con los bosques hondureños. El Instituto de Conservación Forestal (ICF) registra al menos dos nuevos incendios cada día y, lo más grave, considera que en su mayoría están siendo provocados por manos criminales.
No es nueva la hipótesis de que por estas épocas hay muchos interesados en quemar los bosques para, por ejemplo, la preparación de tierras para el cultivo agrícola, ya que les resulta más barato quemar que utilizar mano de obra o maquinaria para la limpieza de sus tierras.
Hay otros casos de negligencia que provocan estos incidentes que tanto daño hacen al medio ambiente, a la flora y la fauna, entre las que resaltan las hogueras, barbacoas o fogatas mal apagadas, las colillas aún encendidas o lanzadas desde el vehículo, la acumulación de basura, botellas de vidrio, entre otros objetos que pueden propiciar el fuego.
Incluso, hay quienes aseguran que muchos incendios son provocados con el propósito de abrir espacios de urbanización en zonas consideradas como reservas forestales. Nunca o casi nunca se sabe quién o quiénes son los responsables.
Por eso se aplaude el anuncio de que la Fiscalía Especial del Medio Ambiente ha abierto una investigación de oficio en torno a los 74 incendios forestales que se reportaban hasta el jueves solamente en el Distrito Central y que han afectado más de 670 hectáreas, principalmente en el área de El Hatillo, La Tigra y El Picacho.
No cabe duda que es un arduo trabajo que debe concluir con la identificación y presentación en los tribunales competentes de los responsables de estos crímenes, pero tampoco olvidar las campañas de educación ambiental y concientización a la ciudadanía para que proteja los bosques y denuncie a quienes se dedican a destruirlos impunemente, y más tarde, implementar los programas de restauración del bosque dañado. Titánica tarea por emprender