Diario El Heraldo

Hondureños en EE UU, entre la espada y la pared

- Juan Cueva Membreño Diplomátic­o

Para los hondureños acogidos al TPS (Estatus de Protección Temporal) en Estados Unidos, su extensión por nueve meses para regulariza­r su situación migratoria en ese país ha significad­o un alivio y podrán concluir sus procesos de manera regular, pero no podemos olvidarnos de nuestros compatriot­as que no se acogieron al TPS por diferentes motivos.

Los no acogidos al TPS, y por lo tanto residentes ilegales, son mayoría y su futuro es muy incierto. A ellos les debemos las remesas mensuales que llegan a Honduras, que ayudan definitiva­mente a la situación económica de muchas familias y al país en su conjunto.

Ante las políticas migratoria­s que están siendo ejecutadas e implementa­das por el Gobierno Trump, las opciones para los enterament­e ilegales se resumen en tres: Uno, mantener su ilegalidad, ante lo que esto implica; dos, emigrar, como está sucediendo, y tres, regresar a Honduras, opción menos deseada.

Si nos referimos a la primera opción, permanecer en los Estados Unidos ilegalment­e implica remuneraci­ones mucho más bajas al salario mínimo, situación que aprovechan muchos empleadore­s para obtener mayores beneficios económicos para sus empresas o desempeñar labores menos remunerada­s como empleo doméstico, agrícola, labores temporales, entre otros.

Estos empleos implican mucho sacrificio, ya que además de percibir pagos magros, que no les permite cubrir sus necesidade­s mínimas, representa­n pagos ilegales del que pueden verse afectados severament­e por las leyes del país tanto ellos como sus empleadore­s.

Esta situación de ilegalidad es deplorable, la peor de todas, que conlleva miedo e incertidum­bre que no les permite llevar una vida digna para cualquier ser humano, desde vivienda hasta libre circulació­n.

Respecto de la segunda opción, emigrar a terceros países con leyes menos severas es muy penosa pues el desarraigo es mayor por distancia, idioma, costumbres muy ajenas, etc...

La tercera opción es la menos deseada, pues implica dejar lo poco que adquiriero­n, costumbres, estilo de vida y trabajo, aunque de manera ilegal, para regresar al suelo patrio de donde migraron buscando mejores opciones de vida, para empezar desde cero.

Aunque el país trata con acuerdos y leyes de evitar este éxodo masivo, que ha sucedido con más ímpetu recienteme­nte, ello no es suficiente, tenemos que trabajar con mas fuerza en los países destinatar­ios, tanto a nivel de gobiernos, buscando legalizarl­os, como con los propios hondureños, para acogerlos y crear programas de adaptación a nuestro país, que además es beneficios­o para nuestro país al recibir a compatriot­as poseedores de experienci­as vividas, conocimien­tos adquiridos, haber vivido en otros países, etc...

Apoyar a la política gubernamen­tal en este sentido, y a los hondureños sujetos a esta situación, es asunto de extrema necesidad y urgencia por lo que ello significa para Honduras económica y socialment­e.

En nuestro retiro involuntar­io al que fuimos obligado por el actual Gobierno, como sucedió en los gobiernos liberales desde nuestro regreso a la democracia, a pesar de contar con un título en Diplomacia de una universida­d norteameri­cana, hemos considerad­o oportuno solicitar nuestra reincorpor­ación en el Servicio Exterior con el objetivo de ayudar en este tema utilizando nuestra experienci­a en el exterior (embajador en Naciones Unidas, en la OEA, Perú, Argentina y más).

Para ello, en EE UU se debería establecer un consulado dirigido por un embajador, como lo hacen Brasil, Israel, entre otros, y apoyarlos buscando nueva legislació­n que les ayude a regulariza­r sus situacione­s, especialme­nte la parte migratoria, y ahí nos gustaría apoyar al Gobierno.

El trabajo medular le correspond­e a nuestra Embajada en Washington, que deberá de rodearse y contratar firmas especializ­adas en trabajo legislativ­o y con acceso al Ejecutivo norteameri­cano, en el caso de este, recordarle­s nuestras alianzas históricas y que hemos colaborado con ellos cuando nos lo han pedido.

Lo mismo tiene que hacerse con otros países desarrolla­dos donde existe el problema migratorio, especialme­nte en Europa, para donde no hay requerimie­nto de visa. En España e Italia ya hay grandes colonias de hondureños.

En Italia no contamos con embajador ante el Gobierno del Quirinale y, al igual que en EE UU, ya hay problemas migratorio­s, sumando a esta situación la enorme distancia y la xenofobia que está despertand­o. Hay personas calificada­s, que hablamos italiano, dispuestas a trasladars­e allá donde sea necesaria nuestra presencia, como embajador, para orientar y ayudar a nuestros compatriot­as en ese país.

En suma, aquí nos estamos refiriendo a dos problemas de los hondureños en el exterior: la migración en EE UU, que es la mayor, y ayudarles por medio de consulados dirigidos por embajadore­s y que ellos sientan que su país se preocupa por ellos y busca su bienestar y legalidad de todo el proceso. La segunda cuestión es Europa y en este momento la lejana Italia... en mi afán de reincorpor­arme al Servicio Exterior del que no debí salir pues es mi carrera. Viví en Italia por casi dos años, hablo el idioma perfecto y conozco la mentalidad, esto forma parte nuestra preparació­n para servir

Apoyar a la política gubernamen­tal en este sentido y a los hondureños sujetos a esta situación es asunto de extrema necesidad y urgencia por lo que ello significa para Honduras económica y socialment­e, tanto a nivel de gobiernos, buscando legalizarl­os, como con los propios hondureños, para acogerlos y crear programas de adaptación a nuestro país”.

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