Hondureños en EE UU, entre la espada y la pared
Para los hondureños acogidos al TPS (Estatus de Protección Temporal) en Estados Unidos, su extensión por nueve meses para regularizar su situación migratoria en ese país ha significado un alivio y podrán concluir sus procesos de manera regular, pero no podemos olvidarnos de nuestros compatriotas que no se acogieron al TPS por diferentes motivos.
Los no acogidos al TPS, y por lo tanto residentes ilegales, son mayoría y su futuro es muy incierto. A ellos les debemos las remesas mensuales que llegan a Honduras, que ayudan definitivamente a la situación económica de muchas familias y al país en su conjunto.
Ante las políticas migratorias que están siendo ejecutadas e implementadas por el Gobierno Trump, las opciones para los enteramente ilegales se resumen en tres: Uno, mantener su ilegalidad, ante lo que esto implica; dos, emigrar, como está sucediendo, y tres, regresar a Honduras, opción menos deseada.
Si nos referimos a la primera opción, permanecer en los Estados Unidos ilegalmente implica remuneraciones mucho más bajas al salario mínimo, situación que aprovechan muchos empleadores para obtener mayores beneficios económicos para sus empresas o desempeñar labores menos remuneradas como empleo doméstico, agrícola, labores temporales, entre otros.
Estos empleos implican mucho sacrificio, ya que además de percibir pagos magros, que no les permite cubrir sus necesidades mínimas, representan pagos ilegales del que pueden verse afectados severamente por las leyes del país tanto ellos como sus empleadores.
Esta situación de ilegalidad es deplorable, la peor de todas, que conlleva miedo e incertidumbre que no les permite llevar una vida digna para cualquier ser humano, desde vivienda hasta libre circulación.
Respecto de la segunda opción, emigrar a terceros países con leyes menos severas es muy penosa pues el desarraigo es mayor por distancia, idioma, costumbres muy ajenas, etc...
La tercera opción es la menos deseada, pues implica dejar lo poco que adquirieron, costumbres, estilo de vida y trabajo, aunque de manera ilegal, para regresar al suelo patrio de donde migraron buscando mejores opciones de vida, para empezar desde cero.
Aunque el país trata con acuerdos y leyes de evitar este éxodo masivo, que ha sucedido con más ímpetu recientemente, ello no es suficiente, tenemos que trabajar con mas fuerza en los países destinatarios, tanto a nivel de gobiernos, buscando legalizarlos, como con los propios hondureños, para acogerlos y crear programas de adaptación a nuestro país, que además es beneficioso para nuestro país al recibir a compatriotas poseedores de experiencias vividas, conocimientos adquiridos, haber vivido en otros países, etc...
Apoyar a la política gubernamental en este sentido, y a los hondureños sujetos a esta situación, es asunto de extrema necesidad y urgencia por lo que ello significa para Honduras económica y socialmente.
En nuestro retiro involuntario al que fuimos obligado por el actual Gobierno, como sucedió en los gobiernos liberales desde nuestro regreso a la democracia, a pesar de contar con un título en Diplomacia de una universidad norteamericana, hemos considerado oportuno solicitar nuestra reincorporación en el Servicio Exterior con el objetivo de ayudar en este tema utilizando nuestra experiencia en el exterior (embajador en Naciones Unidas, en la OEA, Perú, Argentina y más).
Para ello, en EE UU se debería establecer un consulado dirigido por un embajador, como lo hacen Brasil, Israel, entre otros, y apoyarlos buscando nueva legislación que les ayude a regularizar sus situaciones, especialmente la parte migratoria, y ahí nos gustaría apoyar al Gobierno.
El trabajo medular le corresponde a nuestra Embajada en Washington, que deberá de rodearse y contratar firmas especializadas en trabajo legislativo y con acceso al Ejecutivo norteamericano, en el caso de este, recordarles nuestras alianzas históricas y que hemos colaborado con ellos cuando nos lo han pedido.
Lo mismo tiene que hacerse con otros países desarrollados donde existe el problema migratorio, especialmente en Europa, para donde no hay requerimiento de visa. En España e Italia ya hay grandes colonias de hondureños.
En Italia no contamos con embajador ante el Gobierno del Quirinale y, al igual que en EE UU, ya hay problemas migratorios, sumando a esta situación la enorme distancia y la xenofobia que está despertando. Hay personas calificadas, que hablamos italiano, dispuestas a trasladarse allá donde sea necesaria nuestra presencia, como embajador, para orientar y ayudar a nuestros compatriotas en ese país.
En suma, aquí nos estamos refiriendo a dos problemas de los hondureños en el exterior: la migración en EE UU, que es la mayor, y ayudarles por medio de consulados dirigidos por embajadores y que ellos sientan que su país se preocupa por ellos y busca su bienestar y legalidad de todo el proceso. La segunda cuestión es Europa y en este momento la lejana Italia... en mi afán de reincorporarme al Servicio Exterior del que no debí salir pues es mi carrera. Viví en Italia por casi dos años, hablo el idioma perfecto y conozco la mentalidad, esto forma parte nuestra preparación para servir
Apoyar a la política gubernamental en este sentido y a los hondureños sujetos a esta situación es asunto de extrema necesidad y urgencia por lo que ello significa para Honduras económica y socialmente, tanto a nivel de gobiernos, buscando legalizarlos, como con los propios hondureños, para acogerlos y crear programas de adaptación a nuestro país”.