Lo mejor, enemigo de lo bueno
Las constituciones reales de los distintos pueblos. En el sentido estricto de la palabra buscan un Estado mejor o por lo menos un Estado posible, donde el valor y la fuerza de un régimen de legitimidad o legalidad es considerarse como un Estado de derecho o como democrático.
Recuerden que la democracia surgió en Grecia y todos podían alzar su voz y ser escuchados, pero porque todos los ciudadanos libres de Atenas cabían en el ágora.
¿Cómo podrían ser escuchados siete millones de hondureños y en qué ágora podríamos ser reunidos todos y ser escuchados?
Incluso ejercer el voto debería de revalorarse y buscarle nuevo sentido a este notable ejercicio de civilidad, prostituido por las mismas instituciones políticas que juraron protegerlo.
La Plataforma de Salud y Educación ha sido criticada porque según dicen es una lucha gremial y no política, y porque sus líderes enfatizan que no son políticos, lo que me parece perfecto y no veo que de malo tenga, si al final ellos están diciéndonos que la educación y la salud pública están en peligro y hay que salvarlas, qué importa si pertenezcan a un partido político o no.
Es definitivo, las decisiones fundamentales para cualquier sociedad han de hacerse desde el Estado y por el Estado (so pena de hacer dejación a la elección, que es la peor manera de elegir): la decisión por la inversión, por el apoyo a la modernización de la agricultura o por la importación de materia prima como a veces ocurre.
La salud y la educación tienen una dimensión económica y a la nación le interesa que la inversión de estos dos pilares sea rentable, y que los cambios en los mismos sea mejor antes que bueno para que no se pierda la riqueza de Honduras.
El Estado ha de implantar la justicia, ha de conseguir el bienestar, ha de aumentar la ilustración y ha de socializar la medicina.