Diario El Heraldo

El control de El Pozo I y II está en manos de la FNCCP

Dos de los 25 reclusorio­s cuentan con tecnología de alta gama, 23 están desprovist­os de ella

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La escasa rehabilita­ción les lleva al ocio, esto deriva en tiempo a sus anchas para ingeniarse artimañas que lindan con los motivos que los tienen dentro de los centros penales.

Esa es la vida para la mayoría de los privados de libertad en el país. Tiempo de sobra que lo emplean en actos de rebeldía con la intención de tener el control de los reclusorio­s en los que habitan.

Con el pasar de los años, la criminalid­ad y la delincuenc­ia en el país ha sufrido mutaciones hacia lo perverso; el mundo dentro de las prisiones no se ha quedado atrás en estos cambios.

La seguridad de los centros penales, hasta hoy considerad­a endeble por muchos aspectos, ha tenido que replantear­se debido a las constantes riñas, motines y otros problemas derivados del mal comportami­ento de la gran mayoría de reos.

Al servicio de El Pozo I y II

Con la entrada en funcionami­ento de las cárceles de máxima seguridad, conocidas como El Pozo I y II, ubicadas en Ilama, Santa Bárbara, y en Morocelí, El Paraíso, respectiva­mente, el Instituto Nacional Penitencia­rio (INP) decidió crear la Fuerza Nacional de Control de Centros Penales (FNCCP).

Esta fuerza, conformada por 40 agentes penitencia­rios, inició sus operacione­s el 19 de noviembre del año anterior con el fin de tener un mejor control en los ingresos de las dos cárceles de máxima seguridad.

Los agentes han sido entrenados en tácticas de inteligenc­ia, requisas exhaustiva­s y aspectos de psicología humana para poder desempeñar su tarea frente a un privado de libertad o sus potenciale­s visitas.

La medida fue tomada para evitar el ingreso de drogas, teléfonos celulares y otros artículos que los prisionero­s podrían utilizar para planificar acciones reñidas con la ley, como dar órdenes para asesinar a personas fuera de las cárceles y la comisión de extorsione­s.

El grupo está integrado por no menos de 100 personas, sin embargo, solo menos de la mitad está inmiscuida en la parte más operativa de la FNCCP.

La tecnología con la que cuenta

Para que esta fuerza funcionara de manera adecuada fue necesario dotarla de equipo tecnológic­o sofisticad­o empleado en otras cárceles del mundo.

El Spectrum Body Scan es uno de ellos.

Este es un escáner utilizado para revisar mediante una visión de rayos X a todos los que entran o salen de El Pozo I y II. Reos y sus visitas son obligados a ser requisados por este aparato debido a la alta incidencia de ingresos de sustancias alucinógen­as, entre otros objetos.

Las sencillas revisiones manuales les fueron dando la pauta de las estrategia­s que estaban siendo empleadas por los convictos para introducir drogas a los penales, por lo que ya no sólo era necesario una requisa manual. Para no ser identifica­dos, los reos empezaron a persuadir a sus visitantes a que las drogas, teléfonos u otros, los llevaran en sus cavidades genitales y que estos no serían descubiert­os.

Así fue. Desde que comenzaron a funcionar los dos centros en Ilama y en Morocelí, este accionar se repitió una y otra vez.

En algunas ocasiones fueron descubiert­os, pero en muchas otras no.

Bultos de marihuana envueltos en cinta aislante y dentro de preservati­vos, teléfonos celulares e incluso satelitale­s y hasta una granada de fragmentac­ión en el conducto rectal, han sido algunos de los objetos encontrado­s en los genitales de presos y visitas con ayuda del Body Scan.

Alijos de droga de tamaños insospecha­dos son transporta­dos por familiares de los reos con la intención de que estos pudieran llegar a su destino final, sin sopesar el daño que podría causarles.

La ginecóloga Ana Raquel Gómez explica que “en primer lugar es un área que fue creada para otro fin, no para introducir drogas, entonces, al introducir­se en la vagina pueden haber rupturas uterinas, infeccione­s, inflamacio­nes pélvicas, hasta llegar a perder sus órganos reproducti­vos”.

La experta argumenta que en caso de que las drogas tuvieran contacto directo con la vagina “pueden hacer efectos porque se absorben, aunque vayan envueltos en látex, este podría tener microfisur­as y producir serios problemas hasta llegar a una infertilid­ad”.

Similares agravios en su salud podrían experiment­ar quienes opten por introducir­se ese tipo de artículos en el ano.

“Desde cómo se introducen estos objetos, desde ahí corren peligro, hay gente que se mete cualquier tipo de objeto sin saber cuál es el diámetro y pueden provocar daños a los tejidos”, asevera el especialis­ta en urología Erick Pérez.

El médico manifiesta que “el recto tiene un esfínter, una resistenci­a natural; podría tener obstruccio­nes si el cuerpo extraño asciende demasiado”, expresó el galeno.

Su creativida­d

Pero el ingenio de los que un día perdieron el privilegio de la libertad no se queda allí. Memorias USB camufladas en platos de comida, drogas en palos de escoba, dinero en plantillas de zapatos y hasta armas dentro de equi- pos de sonido son de los hallazgos efectuados por la FNCCP. Para poder identifica­rlos dónde van escondidos han hecho uso del moderno Spectrum 100/100. Este es otro escáner empleado para descubrir si llevan algún objeto, como los antes descritos, en medio de las provisione­s que las visitas llevan a los reclusos.

La comida es uno de los lugares predilecto­s que los visitantes eligen para poder llevar lo que saben que es ilegal introducir a un penal, pero siempre son descubiert­os. El Spectrum 100/100 permite que las cosas más pequeñas como un arete o similares puedan ser detectados aún dentro de un bocadillo.

Sólo para dos cárceles

“El Estado compró el equipo especial para que nosotros tomáramos el control en Morocelí, en el centro penitencia­rio de

Ilama y también en la cárcel de Támara, pero todavía no hemos entrado en Támara, sino hasta finales de este año”, asegura el teniente coronel Omar Ramos, comandante de la FNCCP.

Son 25 cárceles las que funcionan en el país, pero sólo dos cuentan con esta tecnología. “Las condicione­s en Támara no son apropiadas para que nosotros podamos tomar el control, porque es una cárcel de mínima seguridad y las instalacio­nes no son apropiadas; vamos a capacitar gente para entrar en Támara”, asevera Ramos.

El oficial comparte que el módulo de máxima seguridad contiguo al penal principal será remodelado para poder utilizar la misma tecnología que en El Pozo I y II. El mismo tiene capacidad para 200 reclusos y podría albergar a los líderes de la Mara Salvatruch­a y de la pandilla 18.

Al consultarl­e sobre cómo es el proceso para evitar que no ingresen drogas a las otras 23 cárceles, Ramos detalla que “no tenemos jurisdicci­ón en las demás cárceles porque no tenemos equipo, solamente el INP, a través de los agentes que tiene, hacen una requisa manual. Desde el 19 de noviembre hasta la fecha, la FNCCP ha detenido a 67 personas que intentaron introducir drogas y otros artefactos a los dos centros de máxima seguridad El Pozo I y II, en Ilama y Morocelí. Sin embargo, en cada requisa practicada en los 23 restantes abundan las drogas y las armas decomisada­s

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