Cosechadoras de agua son un problema en el sur
Cosechadoras Ciertas lagunas se desbordaron, en otras se filtró el agua, la mayoría nunca se llenaron y las usan para cultivar tilapia
Las tierras para cultivo que hay en municipios como Duyure, Choluteca; Goascorán y Aramecina, en Valle; Texíguat y Soledad, El Paraíso; y Salamá, en Olancho, entre otros, son testigos silenciosos del fracaso de las cosechadoras de agua.
Aparte de hambre y decepción, los agricultores de los municipios donde se construyeron las cosechadoras de agua se sienten engañados y creen menos en la autoridad. Las milpas están “quemadas”, es decir, el fuerte sol y la falta de agua ha debilitado las matas y se ven amarillas.
La Unidad Investigativa de EL HERALDO encontró a familias enojadas y otras resentidas, porque algunos de los embalses se construyeron sin la certeza de que servirían y otros se hicieron en propiedades de personas que tienen recursos para producir.
Engañados en Comayagua
En Tepanguare, Lejamaní, Comayagua, se construyeron dos reservorios que están completamente abandonados.
Don Delfín Mejía Chicas narró que el problema fue que las construyeron a la orilla del río y había mucha arena, entonces el agua se consume.
En Olancho las cosechadoras sirven como abrevaderos para ganado, otras, como la que le construyeron al general en condición de retiro Andrés Felipe Díaz, jefe de la Junta Interventora de la Universidad Nacional de Agricultura (UNAG), están abandonadas.
EL HERALDO llamó a Díaz para consultarle sobre la cosechadora, pero no contestó la llamada.
En otros sectores los campesinos decidieron vender el terreno y otros los quieren volver a rellenar, pues aseguran que se los dañaron.
Hacia el oriente
A 15 kilómetros al oriente de Tegucigalpa se encuentra Linaca, Tatumbla. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 35.8 por ciento de la población de Tatumbla vive de la agricultura y sus productos abastecen la capital.
Cuando las autoridades de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) llegaron a la zona en el año 2017 a ofrecerles a las familias los embalses, se ilusionaron.
Los agricultores tenían la esperanza de producir en todo tiempo del año, generando más ingresos y empleo local, y pensaron que no les faltaría el alimento.
Por lo que cedieron un amplio terreno en la zona más alta de Linaca, conocida como El Peladientes, para asegurarse de que el agua iba a llegar sin ningún problema a las parcelas por medio del sistema de gravedad.
Hasta el lugar, por una vereda con difícil acceso, llevaron la maquinaria de las empresas contratadas por la SAG y los aldeanos ayudaban con algunas indicaciones mientras seguían el desarrollo de la obra de unos 36,550 metros cúbicos.
Así se desarrolló el reservorio entre los meses de abril y mayo, y con el primer invierno se llenó, prometiendo ser la anhelada fuente de agua que por muchos años esperaron los habitantes del lugar.
Pero la historia se repitió como en muchas de las más de 400 cosechadoras: la falta de estudios previos, de diseños y de personal capacitado provocó que la cortina se fueran rompiendo por la presión del agua.
Las comunidades de la parte baja se angustiaron y comenzaron a llamar a los medios de comunicación y a las autoridades.
Al final, la misma SAG mandó a destruir el embalse mal hecho para evitar una tragedia por inundación.
Juan Manuel Vásquez, quien fue uno de los coordinadores del proyecto, indicó que “solo era una pequeña falla y podía repararse, pero lamentablemente no lo hicieron, sino que mandaron máquinas para destruirla”.
“Cuando hicieron la laguna, todo mundo estaba feliz, cosechando sus culantreras, apio y toda diversidad de verduras”, recordó.
A pocos kilómetros de Linaca está Azacualpa, donde según las autoridades de la SAG, “todos los proyectos fueron un éxito”.
Es de resaltar que esta es una de las zonas más productoras cercanas a la capital, donde la gente se esfuerza sembrando la tierra y no ser una carga para el Estado.
A pesar de estar tan cerca, viven en el olvido, las calles están completamente deterioradas, igual que los caminos y en algunos lugares no tienen ni luz eléctrica.
Sin hacer una búsqueda minuciosa, la Unidad Investigativa de EL HERALDO lo primero que encontró fueron los enormes agujeros vacíos, que la gente tiene abandonados y no solo es uno, son al menos seis cosechadoras que nunca sirvieron en la zona.
Jairo Zepeda y un grupo de agricultores sembraban repollo en una parcela en la parte alta donde está el agujero, notándose a simple vista la mala construcción.
Los usos
Según los informes de la Oficina de Transparencia de la SAG solicitados por EL HERALDO, esta laguna fue construida en el lugar denominado Monte Crudo, en la propiedad de Pedro Rodríguez, con una capacidad de 27,968 metros cúbicos.
“La laguna nunca se ha llenado, solo está el agujero y así hay varias allá por El Rincón”, afirmó el trabajador.
La Unidad Investigativa de EL HERALDO no se detuvo en
este punto y llegó a Texíguat, El Paraíso, donde los cultivos se pierden a cinco metros de la cosechadora de agua.
Un sapo que estaba sobre los cuadros de lodillo seco en el fondo del embalse saltó varias veces hasta caer al charco cuando el equipo de EL HERALDO bajó caminando hasta el fondo del agujero.
Al otro lado del cerco, don Wilberto Torre cortaba la matas secas de maíz. Todo se había perdido debido a la falta de lluvia.
“Pero Dios no es malo”, expresó a la Unidad Investigativa de EL HERALDO, al tiempo que se acomodaba la gorra y elevaba el azadón al hombro, ya que espera por lo menos sacar la semilla para la siembra de postrera.
Confirmó que “esas represas las hicieron hace varios años, pero nunca funcionaron, nosotros seguimos dependiendo de la voluntad de Dios, todo quedó botado”.
La travesía continuó hacia Liure, donde los productores dijeron que las seis cosechadoras nunca les sirvieron para producir lo que se esperaba.
Una vez que ellos las recibieron de la SAG, instalaron las líneas de conducción de agua para poder llenarlas, pero nadie tuvo la capacidad para instalar los sistemas de riego.
Tampoco se ubican en zonas de extrema sequía o fueron dadas a familias que de verdad sufren por falta de alimentos en el corredor seco.
Lorenzo Osorto Pérez contó que “las cosechadoras las vinieron a hacer, luego formamos una directiva para instalar los sistemas de riego, pero en resumidas cuentas no han resuelto nada”.
Indicó que “yo lo que hago es que lleno la laguna en invierno y le tiro tilapia, entonces de una u otra forma le saco algo, pero hay personas que sí las necesitan”.
Los mismo han hecho otras personas, las mantienen llenas de tilapia, pero no han logrado hacer producir una parcela.
“Aquí los dueños las han descuidado porque dijeron que con esta papada nos vinieron arruinar los terrenos y para nada”, confesó el agricultor.
El día se acortaba en el lejano municipio de Liure, pero el equipo de la Unidad Investigativa de EL HERALDO saltó a Soledad, en el mismo departamento de El Paraíso, donde se construyeron ocho lagunas.
“Buenas amigo, ¿aquí construyó unas cosechadoras de agua la SAG?”, preguntó el periodista de EL HERALDO, “las que no sirvieron”, contestó un productor de la zona, “yo los llevo”, se ofreció.
En menos de cinco minutos se logró divisar uno de los tantos agujeros cubierto con lona negra para evitar que se filtrara el agua, pero de nada sirve, no se llenan