Diario El Heraldo

Cambio climático y resilienci­a obligada

- José Adán Castelar Periodista

Pasamos años peleando nuestro territorio con El Salvador hasta la sentencia de La Haya; pero ahora otro vecino nos reduce el mapa, y este no admite guerras ni mediacione­s diplomátic­as ni cortes de justicia.

Se trata del querido y admirado mar Caribe que ya invadió hasta unos ochociento­s metros cuadrados de playa.

Cualquier habitante de las costas distingue que el dibujo de la playa cambió, no todos entienden que es culpa del cambio climático, a otros ni les importa. Solo se nota que el mar está más cerca, que los negocios tuvieron que retroceder y los que no, tienen la olas rompiendo en la puerta.

Todo este tiempo se ha oído hablar del cambio climático como si fueran noticias sobre las lunas de Júpiter o un agujero negro en el espacio, más lejano y más alto, a pesar de que hemos sufrido las infaustas inundacion­es de todos los años y las desoladora­s sequías, como ahora, que destrozan cultivos y granjas, escasean y encarecen los alimentos.

Lo saben lamentable­mente centenares de habitantes en las desembocad­uras de los ríos Cuyamel y Motagua, en el departamen­to de Cortés, el mar se metió a sus casas, terrenos, acuciando su salida irremediab­le de la comunidad, agravando la habitual pobreza; tenían 110 metros de playa y se quedaron con 60.

La Ceiba solo tiene unos tres metros sobre el nivel del mar; las antiguas formacione­s de playa que conocimos de niño ya no están; también cambiaron las barras de los ríos, y aunque algunos creen que la construcci­ón del muelle de cabotaje o el rompeolas han tenido que ver, tampoco desconocen los efectos de la distorsión climática.

Una explicació­n apretada: el cambio climático es natural, la atmósfera que cubre la Tierra no deja escapar el calor y la hace habitable, lo llaman efecto invernader­o; pero la contaminac­ión humana, sobre todo con CO2, aumenta ese calor y produce el calentamie­nto gloformas bal: se elevan las temperatur­as, se deshielan los polos, calienta los vientos, cambia el ritmo de lluvias, hay huracanes, inundacion­es, sequías.

Para hablar de eso se reunieron los presidente­s del mundo en la ONU, y esta misma organizaci­ón reconoce que el modelo económico ha sido un desastre para el ecosistema, y la subida del nivel de los mares es imparable y afectará más a los mismos de siempre, a los más pobres, nuestro país está en esa lista.

El cambio climático está aquí y ahora, no lo podemos evitar, tal vez, ralentizar­lo al reducir la emisión de gases; pero lo que quedará será la resilienci­a, adaptarse a esos cambios, y para eso se necesita lo común: el esquivo dinero.

Ese es el desafío de los gobiernos, crear los programas que apoyen a los vulnerable­s en la catástrofe; acomodar los proyectos a los cambios abruptos.

Hay muchos países que encontraro­n en la adversidad su oportunida­d de desarrollo.

Ojalá nosotros algún día

El cambio climático está aquí y ahora, no lo podemos evitar, tal vez, ralentizar­lo al reducir la emisión de gases; pero lo que quedará será la resilienci­a, adaptarse a esos cambios”.

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