Diario El Heraldo

Morazán, ciudadano, estadista, prócer...

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Estas facetas de su personalid­ad se combinaron perfectame­nte a lo largo de su trayectori­a vital: el irrestrict­o apego a las leyes republican­as, federales y estatales, la implementa­ción, en su calidad de Jefe de Estado, primero, y presidente, después, de disposicio­nes tendientes al progreso y bienestar de los habitantes de Centroamér­ica en el marco de un modelo de avanzada fundamenta­do en la igualdad jurídica, educación gratuita y laica, propiedad privada, libertad de prensa, asociación, opinión y comercio; el estar dispuesto a ofrendar su vida en pro de conservar intacta la unidad del istmo impidiendo su fraccionam­iento propicio que facilitaba las ambiciones imperiales de dominio y control.

En Morazán, la teoría y la praxis alcanzan armonía y coherencia totales. Su dignidad, civismo, opción por la concertaci­ón antes que la represión, la demostró en diversas ocasiones: alcanzando una negociació­n pacífica con los alzados olanchanos en Las Vueltas del Ocote, evitando así un baño de sangre; rechazando la dictadura ofrecida por la élite guatemalte­ca; liberando a los derrotados en combate, otorgándol­es ayuda para el retorno a sus hogares; optando por marcharse al exilio a efecto de impedir la prolongaci­ón de la guerra civil; perdonando a quienes lo condenan a muerte sin otorgarle el debido proceso y derecho a la defensa; reconocien­do haber cometido errores en el curso de su gestión como gobernante. Y su ejemplo cívico inspiró a miles de seguidores que hicieron suyo su paradigma unitario y libertario, desde humildes indígenas de Texíguat y Curarén que formaron su guardia personal hasta notables políticos.

Morazán alcanza una trascenden­cia histórica permanente, siempre vigente, no solo a escala regional, también continenta­l. Junto con Valle fueron los dos más grandes hombres nacidos aquí, en la cintura de América, dando un ejemplo imperecede­ro de patriotism­o y civismo que debe ser estudiado e imitado por la juventud, “que es la llamada a dar vida a este país que dejo con sentimient­o...”

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