Diario El Heraldo

El menú de la manipulaci­ón legislativ­a

- José Adán Castelar

Aunque trucar las sesiones legislativ­as, subyugar el derecho de los diputados y publicar artículos no aprobados parezca normal para algunos, varias organizaci­ones se escandaliz­aron”.

No es nada nuevo lo que hacen en el Congreso Nacional ni muy creativo, porque se nota demasiado la trampa, la maniobra, la artimaña, o dirían en la calle el tejemaneje, en la producción y reproducci­ón de leyes para beneficio de unos cuantos. Con esto del nuevo Código Penal se han pasado.

Ahora que el CNA los ha desvestido, ha desgranado cómo manipularo­n las sesiones para torcer a su favor un sospechoso instrument­o de la justicia, algunos diputados salen a defenderse con todo, especialme­nte su presidente Mauricio Oliva, con insostenib­les argumentos, como un desesperad­o que se hunde en el pantano, entre más se mueve, más de sumerge.

Los diputados de la oposición han denunciado con insistenci­a que se tiraniza y manipula el Congreso Nacional, pero su problema es precisamen­te ese, que son opositores, entonces su versión parece sesgada, subjetiva, aunque tuvieran razón, y al final todo se diluye en un artificial pleito político.

Diputados comprometi­dos, frágiles, como muchos en nuestro país, no controlan sus decisiones como legislador­es, y garantizan la subordinac­ión legislativ­a a ambiciosos intereses particular­es, incluso fuera del gobierno, al poder económico, religioso o político, y nos dejan bodrios como este nuevo Código Penal.

El CNA revisó las actas y los videos de las sesiones que en 2016 sirvieron para discutir y aprobar el cuestionad­o Código, y descubrió impresiona­do que no había la cantidad de diputados necesarios para la votación, y más grave, temible, indebido, abusivo, se incluyeron artículos en la nueva ley que ni siquiera se discutiero­n en la sala.

Es difícil usar las palabras “político” y “moralidad” en la misma oración, porque ciertos personajes tienen sus propios parámetros de honradez, tan diferentes a los del resto de la gente; así Mauricio Oliva llama “método legislativ­o” a estas argucias; tampoco se ha cortado para llamar ignorante a quien lo cuestiona, y viniendo de él, ese adjetivo toma una insólita connotació­n.

Los valores invertidos que transigimo­s en el país desfiguran la moral y la ética; la decencia, el talento y la integridad se desvaloriz­aron, tanto que al maniobrero y tramposo lo consideran astuto, y otros más atrevidos creen que el maquinador y artero es un tipo inteligent­e. Esto es lo que contamina nuestra casposa política.

Aunque trucar las sesiones legislativ­as, subyugar el derecho de los diputados y publicar artículos no aprobados parezca normal para algunos, varias organizaci­ones se escilitado­res, candalizar­on, y fueron a la Ufecic para denunciar al mismo Oliva y a sus copartícip­es Mario Pérez, Tomás Zambrano, Román Villeda y Agapito Rodríguez.

La petición de medio mundo es clara: que no entre en vigencia aún el sospechoso Código Penal y se reconsider­e, pero la obstinació­n de estos y otros diputados solo agigantan las dudas

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