El menú de la manipulación legislativa
Aunque trucar las sesiones legislativas, subyugar el derecho de los diputados y publicar artículos no aprobados parezca normal para algunos, varias organizaciones se escandalizaron”.
No es nada nuevo lo que hacen en el Congreso Nacional ni muy creativo, porque se nota demasiado la trampa, la maniobra, la artimaña, o dirían en la calle el tejemaneje, en la producción y reproducción de leyes para beneficio de unos cuantos. Con esto del nuevo Código Penal se han pasado.
Ahora que el CNA los ha desvestido, ha desgranado cómo manipularon las sesiones para torcer a su favor un sospechoso instrumento de la justicia, algunos diputados salen a defenderse con todo, especialmente su presidente Mauricio Oliva, con insostenibles argumentos, como un desesperado que se hunde en el pantano, entre más se mueve, más de sumerge.
Los diputados de la oposición han denunciado con insistencia que se tiraniza y manipula el Congreso Nacional, pero su problema es precisamente ese, que son opositores, entonces su versión parece sesgada, subjetiva, aunque tuvieran razón, y al final todo se diluye en un artificial pleito político.
Diputados comprometidos, frágiles, como muchos en nuestro país, no controlan sus decisiones como legisladores, y garantizan la subordinación legislativa a ambiciosos intereses particulares, incluso fuera del gobierno, al poder económico, religioso o político, y nos dejan bodrios como este nuevo Código Penal.
El CNA revisó las actas y los videos de las sesiones que en 2016 sirvieron para discutir y aprobar el cuestionado Código, y descubrió impresionado que no había la cantidad de diputados necesarios para la votación, y más grave, temible, indebido, abusivo, se incluyeron artículos en la nueva ley que ni siquiera se discutieron en la sala.
Es difícil usar las palabras “político” y “moralidad” en la misma oración, porque ciertos personajes tienen sus propios parámetros de honradez, tan diferentes a los del resto de la gente; así Mauricio Oliva llama “método legislativo” a estas argucias; tampoco se ha cortado para llamar ignorante a quien lo cuestiona, y viniendo de él, ese adjetivo toma una insólita connotación.
Los valores invertidos que transigimos en el país desfiguran la moral y la ética; la decencia, el talento y la integridad se desvalorizaron, tanto que al maniobrero y tramposo lo consideran astuto, y otros más atrevidos creen que el maquinador y artero es un tipo inteligente. Esto es lo que contamina nuestra casposa política.
Aunque trucar las sesiones legislativas, subyugar el derecho de los diputados y publicar artículos no aprobados parezca normal para algunos, varias organizaciones se escilitadores, candalizaron, y fueron a la Ufecic para denunciar al mismo Oliva y a sus copartícipes Mario Pérez, Tomás Zambrano, Román Villeda y Agapito Rodríguez.
La petición de medio mundo es clara: que no entre en vigencia aún el sospechoso Código Penal y se reconsidere, pero la obstinación de estos y otros diputados solo agigantan las dudas