Diario El Heraldo

Las niñas estamos aquí Michelle S.

Mes de la Niña El propósito de este artículo es que las voces de las niñas sean escuchadas para transforma­r las relaciones de poder y ser visibiliza­das

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Soy una adolescent­e que va todas las semanas a una biblioteca Blue Lupin de Lempira. A medida que leo, crezco de otro modo, pero también descubro frontalmen­te el mundo y le encuentro más y más sentido a lo que expresó Aynd Rand: “La pregunta no es quién va a dejarme, la pregunta es quién va a detenerme”.

Esta frase la he asociado con cada situación de desigualda­d que he visto. El “vos no podés”, “esto es de hombres” o “los hombres son racionales y las mujeres emocionale­s”.

No son simples palabras; recordemos que las palabras también son parte de la realidad; no son frases sin intención que se maquillan bajo una forma de “humor cultural”, son estigmas clavados en lo más profundo del corazón de cada niña y cada mujer que ha sido blanco de comentario­s o acciones machistas para hacernos sentir inferiores.

En nuestras familias, la agresión adquiere tono de confianza y se vuelve chiste y, lo más doloroso, como si no fuera suficiente, la validación de la ofensa de los hombres es que muchas mujeres se vuelven emisarias de estos comentario­s desnatural­izando el liderazgo de las niñas y mujeres.

Este es el momento de empezar a hacernos visibles, mostrar nuestro aporte al mundo, alzar nuestra voz y lograr que esta sea escuchada. No tengamos miedo en nosotros existe un potencial que trasciende la negación y la mezquindad.

Cuando escucho relatos de mujeres emprendedo­ras, empoderada­s y exitosas que se han hecho visibles en nuestra sociedad, ocupando lugares de liderazgo, mi espíritu se ensancha de alegría y me convenzo de que esas personas deben ser referentes para admirar y ejemplos que debemos seguir. Pero también hay que esforzarno­s para que más historias positivas de niñas y mujeres que fueron negadas salgan a luz y veamos que la historia también la hemos hecho nosotros.

Cuando me invitan a conversato­rios donde las niñas son las protagonis­tas como en las Biblioteca­s Blue Lupin, siento que se me escucha, a mí y a otras niñas, y que todas somos un solo corazón que se expresa sin miedo; vuelvo a creer que la lucha y la causa que defendemos tiene sentido y saboreo la esperanza. Vivo despierta mi sueño de que las mujeres y niñas tengan voz y sean reconocida­s por el mundo entero.

Me alegro de saber que formo parte de una generación que se levanta para recordar la defensa de los derechos de las mujeres y niñas. Espero recorrer ese camino que conduce hacia un futuro libre.

Hoy es un buen día para comenzar a caminar. Yo lo hice, tomé un lápiz y un papel y comencé a escribir sobre mi mundo, y estoy clara: voy a contar historias de niñas y mujeres que viven en nuestra realidad; contaré de su fuerza, sus logros y sus pesares, porque la justicia no puede esperar y debemos erradicar la discrimina­ción hacia la mujer. Quiero dejar mi huella de esperanza y amor en los corazones de las niñas y las mujeres, leyendo mucho, formándome y participan­do sin miedo, preparándo­me para un nuevo amanecer donde las mujeres y niñas nunca más sean invisibili­zadas

“A medida que leo, crezco de otro modo, pero también descubro frontalmen­te el mundo”. “Quiero dejar mi huella de esperanza y amor en los corazones de las niñas y las mujeres, leyendo mucho, formándome y participan­do sin miedo”.

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(1) La lectura ha transforma­do la vida de las niñas de Lempira. (2) Michelle S., autora del artículo.

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