América convulsa
El 2020, cuando se harán sentir con mayor intensidad los efectos de la recesión global con mayor desempleo, verá crecientes manifestaciones colectivas adversando la exclusión...”.
Desde Estados Unidos a Chile un denominador común explica el creciente descontento de sus habitantes, de clase baja y media, en rechazo al paradigma neoliberal concentrador de la riqueza en plutocracias minúsculas en número pero excesivamente influyentes por el poder político que acumulan, amparadas en aparatos represivos.
Trump está a la defensiva y el Congreso avanza en investigar el abuso de poder del cual se le acusa, al subordinar la política exterior de su país a consideraciones personales proclives a obtener la reelección presidencial, así como recibió ayuda rusa para atacar a su entonces contendiente, Hillary Clinton. La división colectiva entre quienes aún lo apoyan y quienes lo adversan crece, en tanto sus compatriotas ven el deterioro y el estancamiento en sus ingresos.
México contempla la vorágine de la violencia del narcotráfico, que desafía abiertamente al gobierno de López Obrador, quien, en afán de congraciarse con su vecino norteño, se constituye en el muro de contención de los migrantes. La desobediencia civil en Puerto Rico logró la renuncia del Gobernador, inmerso en corrupción y nepotismo. Haití no logra superar su pobreza endémica pese a los billones invertidos por la comunidad internacional en la reconstrucción posterior al devastador terremoto. Manifestaciones callejeras demandan la renuncia de su presidente, que se tambalea.
En Guatemala, El Salvador, Honduras, la violencia institucionalizada, el control del narcotráfico, la pobreza, corrupción, impunidad, continúan generando repulsas ciudadanas y éxodos poblacionales, cada vez más imposibles de alcanzar El Dorado.
Argentina recién ha dicho suficiente al modelo neoliberal de Macri, el empobrecimiento de las capas populares y medias se acelera y los 57 billones otorgados a su gobierno por el FMI, el más grande hasta ahora concedido por este organismo, no logró impedir el deterioro de las finanzas públicas, el éxodo de divisas fuertes hacia el exterior, la devaluación monetaria. Igualmente, Chile rechaza masivamente el paradigma que, a sangre y fuego, impuso Pinochet con la asesoría de los economistas, foráneos y locales, de la Escuela de Chicago, continuado, en lo esencial, hasta ahora, proclamado por sus exégetas como la fórmula milagrosa para el resto del Tercer Mundo. Estudiantes, obreros, profesionales, jubilados, en marchas multitudinarias, hacen sentir su descontento, desafiando la represión policial-militar que ya cobra veinte muertos, miles de heridos y detenidos. Bolivia, cuestiona el resultado electoral que proclama a Morales como triunfador: los indígenas masivamente lo apoyan, los mestizos lo adversan. Los aborígenes ecuatorianos nuevamente hicieron sentir su poder de convocatoria y movilización, obligando al gobierno a dar marcha atrás en las alzas tributarias que deseaba imponer. Los brasileños se percatan que Bolsonaro es incapaz de gobernar, que su apelación al terrorismo estatal, racismo, homofobia, son cortinas de humo para ocultar el fracaso de su gestión.
El 2020, cuando se harán sentir con mayor intensidad los efectos de la recesión global con mayor desempleo, verá crecientes manifestaciones colectivas adversando la exclusión, imposición, marginamiento provocado por el Neoliberalismo económico y autoritarismo político