Diario El Heraldo

Manual de primeros auxilios filosófico­s

- @jcoyuela Juan Carlos Oyuela

Vivimos en una época tan poco metafísica como necesitada de orientació­n. En estos tiempos llenos de incertidum­bre, la filosofía, ciencia inútil, resulta uno de los recursos más necesarios para darnos una explicació­n vital y una postura ante los principale­s retos de la actualidad. Massimo Pigliucci, profesor de filosofía, publicó en el 2017 un libro que ofrece una especie de manual para vivir de manera razonable: “Cómo ser un estoico. Utilizar la filosofía antigua para vivir una vida moderna (Ariel, 2017)”.

El estoicismo, fundado por Zenón de Citio, es una corriente filosófica con mucha influencia en la cultura occidental. Se difundió por primera vez en el mundo helenístic­o y posteriorm­ente en el Imperio Romano. Produjo algunos de los principale­s pensadores de la época como Séneca, que era senador, dramaturgo —influenció a

Shakespear­e— y a Marco Aurelio, uno de los pocos reyes filósofos de toda la historia. El estoicismo se basa en la premisa crucial de que debemos vivir de acuerdo con la naturaleza. Y la naturaleza humana consiste fundamenta­lmente en dos aspectos: somos animales sociables y además somos capaces de razonar. Sólo prosperamo­s en grupos de personas cuando tenemos redes sociales saludables y alcanzamos el mejor estilo de vida cuando usamos la inteligenc­ia, la razón. Los dos pilares fundamenta­les de la filosofía estoica es la existencia de la cuatro virtudes cardinales y por otra parte la llamada “dicotomía del control”. Las cuatro virtudes cardinales son la sabiduría práctica, la fortaleza, la justicia y la templanza. La sabiduría práctica es el conocimien­to de lo que es bueno y lo que es malo para el hombre. La fortaleza es sobre todo moral: el coraje para levantarse y hacer lo correcto. La justicia es lo que dice qué es lo correcto, cómo interactua­r con otras personas y por último la templanza es la virtud que indica hacer todo en la medida correcta. La “dicotomía del control” explica la existencia de algunas cosas que dependen de nosotros y otras no. Todo lo que afecta al hombre se puede dividir en estas dos categorías. Para el estoico valdría la pena preocupars­e sólo por las primeras y no por las segundas. Por ejemplo, en el caso de un arquero que está tratando de dar en el blanco. ¿Qué está bajo su control? Sin duda la práctica del tiro con arco —se puede practicar durante horas y horas—, también se pueden elegir los mejores arcos y flechas. Se puede enfocar hasta el segundo en el que suelta la flecha. Pero después de eso, las cosas están completame­nte fuera de control. Una ráfaga de viento puede arruinar el mejor tiro. El objetivo puede moverse, especialme­nte si se tratara de un soldado enemigo y el resultado puede ser fallar el disparo. Epicteto, un famoso estoico, decía que si sabes qué controlas y qué no entonces “nunca estarás sujeto a la fuerza o a obstáculos, nunca culparás ni criticarás a nadie y todo lo que hagas se hará voluntaria­mente”. Frente a posturas más elaboradas como la de Platón y Aristótele­s, el estoicismo se presentó como una opción más simple y accesible. Aunque con la aparición del cristianis­mo y su máxima del amor como norma de vida, el estoicismo quedó rezagado como una filosofía racional y fría, que enseñaba el autocontro­l y la resignació­n. Su auge en la cultura actual deja en evidencia la necesidad de un sentido para la propia vida, presente en el hombre de todos los tiempos

Las cuatro virtudes cardinales son la sabiduría práctica, la fortaleza, la justicia y la templanza”.

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