Diario El Heraldo

Mil millones en cárceles de máxima seguridad

Por medio del Congreso Nacional se busca reformar la Ley del INP debido a que la situación ya es insostenib­le

- Redacción El Heraldo diario@elheraldo.hn

Inversión El Estado ha destinado millones de lempiras en la construcci­ón de al menos tres centros penitencia­rios con mejor infraestru­ctura y tecnología de vigilancia, pero ha sido el recurso humano el que ha fallado al momento de evitar el control de los reclusos. Seis heridos dejó pleito entre reos en El Porvenir.

“La fiesta se les terminó”, “las cárceles ahora son un infierno para los reclusos”, “los criminales más peligrosos ya no harán sus fechorías”... Todas estas son promesas incumplida­s.

El imponente calificati­vo puesto a las cárceles de máxima seguridad de Ilama (“El Pozo”), La Tolva (“El Pozo II”) y “El Pozo III”, generó optimismo en la población debido a que se decía que estarían completame­nte aislados. Los llamados módulos de máxima seguridad se comenzaron a implementa­r en el año 2011, cuando el entonces ministro de Seguridad, Óscar Álvarez, junto al expresiden­te Porfirio Lobo Sosa inauguraro­n el primer proyecto a un costo de 89 millones de lempiras.

A los módulos ubicados en la cárcel de Támara fueron trasladado­s peligrosos pandillero­s, que a las pocas semanas ya los habían destruido debido a la mala construcci­ón.

En septiembre de 2016, el presidente Juan Orlando Hernández anunció el inicio de una nueva era para el sistema penitencia­rio nacional.

“Se acabaron los privilegio­s que estos delincuent­es seguían teniendo dentro de las cárceles”, afirmó el mandatario.

Al mismo tiempo expresó que “he ordenado su aislamient­o en celdas para una sola persona con acceso a la luz del sol solo por una hora”.

“Vamos a quitarles los anillos, las cadenas, vamos a mantener rapadas sus cabezas y no podrán tener más ropa que la anaranjada que los distingue como reos de alta peligrosid­ad”, enfatizó el mandatario.

Dentro de las promesas estaba el control interno de los centros penales, evitando el ingreso de armas, drogas, teléfono celulares u otros dispositiv­os electrónic­os.

Estas medidas permitiría­n bajar los niveles de extorsión y de muertes ordenadas por los cabecillas de las maras y pandillas, quienes siguen teniendo poder aun recluidos. Estas cárceles son “El Pozo”, construida en el 2016 en Ilama, Santa Bárbara, a un costo que supera los 500 millones de lempiras.

En el 2017 entró en operacione­s“el pozoii ”, llamado también La Tolva, en Morocelí, El Paraíso, valorada en más de 500 millones de lempiras.

Y lo más reciente es la remodelaci­ón del módulo de máxima seguridad del centro penitencia­rio Nacional de Támara(CPNT ).

Como un centro penal moderno se vendió al pueblo hondureño el de El Porvenir, Francisco Morazán, que fue mal construido en un inicio y tuvo que ser remodelado para poder brindar los servicios esperados, donde ayer seis reos resultaron heridos en un amotinamie­nto.

En cada uno de estos centros se han registrado hechos violentos que han dejado en total más de una decena de muertos.

Existen muchas evidencias de que las promesas han sido incumplida­s, debido a que tras las imponentes murallas siguen sucediendo una serie de irregulari­dades que demuestran la deficiente seguridad en estos recintos.

Los dos hechos sucedidos el fin de semana pasado son una muestra clara de la falsedad alrededor de estos módulos.

Por ejemplo, en el atroz asesinato del narcotrafi­cante Nery Orlando López Sanabria, conocido también como Magdaleno Meza Fúnez, se evidenció que sí hay ingreso de armas, que los reos salen cuando quieren de sus celdas y que no usan la ropa color naranja anunciada.

También que no les rapan la cabeza, como lo anunció el mandatario, que las mismas autoridade­s les dan poder al nombrarlos como coordinado­res de módulos y que ya han comenzado a tomar el control de estos recintos penales.

Las tomas de los videos difundidos evidencian que no solo toman el sol una vez al día y que no salen con grilletes de sus celdas para cualquier diligencia al interior del centro penal, como estaba establecid­o.

Es de fácil percepción que no existe un verdadero monitoreo de las cámaras de seguridad debido a que los agentes penitencia­rios no lograron identifica­r antes del crimen que en el módulo uno de “El Pozo” había como una decena de reclusos armados, esperando que les abrieran el portón para atacar a López Sanabria.

Todo eso sucedió frente al director del centro penitencia­rio, que según conoció EL HERALDO, es un agente del Instituto Nacional Penitencia­rio (INP) y no un militar activo.

Otras muertes

Lo mismo sucedió la noche del viernes 25 de octubre en la cárcel de máxima seguridad de Morocelí, El Paraíso, llamada “El Pozo II” o La Tolva.

Ese día, pandillero­s de la Mara Salvatruch­a (MS-13) le quitaron la vida al “paisa” Marco Tulio Amador Varela con un arma de fuego en los predios del recinto.

Al igual que en “El Pozo”, los reclusos de La Tolva portan armas de fuego, salen a la hora que quieren y visten como quieren.

En el video que circuló en las redes sociales se ve a los antisocial­es con su peculiares tenis, con camisetas a su gusto, con calzonetas, buzos y gorras, ¿dónde está el uniforme reglamenta­rio anunciado por el Poder Ejecutivo?

Atrás de esta muerte hay una serie de amotinamie­ntos, otras muertes violentas, un sinnúmero de heridos, trasiego de armas,

drogas y artefactos electrónic­os y, según expertos consultado­s por EL HERALDO, no se puede descartar que haya celulares.

En estos centros penales hay tres anillos de seguridad, dos de efectivos de las Fuerzas Armadas (FF AA) y uno del Instituto Nacional Penitencia­rio (INP).

También han instalado modernos sistemas tecnológic­os de escaneo humano y de otras cosas, pero nadie logra explicar cómo ingresan armas a estos centros.

EL HERALDO consultó al INP sobre el recuento oficial de los reos asesinados adentro de los centros penitencia­rios, pero no dieron respuesta.

Según cifras del Comisionad­o Nacional de Derechos Humanos (Conadeh), desde que comenzaron a funcionar estos recintos se contabiliz­a más de una decena de personas ejecutadas.

Sobre estos acontecimi­entos, el secretario de la Presidenci­a, Ebal Díaz, declaró ayer que “creo que debe de haber una investigac­ión profunda y eso le correspond­e a los órganos de investigac­ión”.

“En el sistema penitencia­rio tiene que haber una investigac­ión profunda y quienes estaban en esa cárcel (refiriéndo­se a ‘El Pozo’) ya fueron separados y están sujetos a investigac­ión; eso ya le toca al Ministerio Público”, enfatizó.

El presidente de la Conferenci­a Episcopal de Honduras, Ángel Garachana, señaló ayer que el centro penal de Ilama no tiene ni máxima seguridad ni mínima rehabilita­ción

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