Ingobernabilidad carcelaria
La ingobernabilidad en el sistema carcelario de Honduras es una realidad insoslayable. Son 15 homicidios los que se han registrado en el interior de las cárceles de “El Pozo” y La Tolva desde su inauguración -con bombos y platillos- hace apenas dos años, cuando se dijo que en esos recintos los reos solo verían el sol un par de horas al día, que las medidas para ingresar a las mismas serían altamente rigurosas y que se contaría con tecnología de última generación para reforzar los sistemas de seguridad. La crisis en el sistema carcelario ha tocado también las puertas del centro de internamiento de menores Renaciendo, donde se han registrado al menos dos revueltas que dejaron más de cinco muertos.
Las autoridades penitenciarias no tienen argumentos válidos para justificar lo que pasa en las cárceles y mucho menos para explicarle a la sociedad, por ejemplo, ¿cómo y quiénes ingresaron las armas a las cárceles? y ¿quién o quiénes son los actores intelectuales de tales hechos?
Lo que sí está claro es que todo lo sucedido en los últimos meses en los centros de internamiento solo evidencia el fracaso de las políticas de seguridad en las cárceles y que la actual administración del Estado debe dar pasos urgentes para replantear las mismas.
Urge, para el caso, una revisión y certificación de los funcionarios y empleados del sistema penitenciario y la investigación y castigo de quienes sin duda alguna han sido cómplices de los hechos violentos registrados.
Las acciones a tomarse deben ser urgentes, porque lo que está sucediendo en las cárceles de Honduras debe parar de inmediato.
La tolerancia a todo acto de violencia en los centros de internamiento debe terminar y dar paso a políticas encaminadas a restaurar la gobernabilidad en los centros de internamiento, y si para alcanzar esos objetivos se requiere hacer a un costado a las actuales autoridades penitenciarias, tienen que hacerlo antes de que la situación se vuelva insostenible