Diario El Heraldo

El sistema penitencia­rio

- Alejandro Ponce Manzano BACHELOR IN LANGUAGE

Lo que sucede en los centros penales es el reflejo claro y directo de la ola de violencia y criminalid­ad que se ha apoderado del país; realmente es lamentable y sumamente delicado lo qué pasa en las cárceles, lo lamentable es que la corrupción que hay a lo interno de los centros penales es un secreto a voces, todo Honduras lo sabe y no se hace nada para detenerla. La corrupción en las cárceles es un mal que nunca se ha combatido con determinac­ión, siempre se toman medidas desesperad­as para aliviar las críticas y para calmar temporalme­nte los efectos posteriore­s de incidentes violentos, y aún sabiendo que las medidas adoptadas no van a servir a mediano ni a largo plazo y solo sirven de combustibl­e que alimenta la bomba de tiempo en la que se han convertido las cárceles, porque en realidad eso son nuestras cárceles, una bomba de tiempo que en cualquier momento explota y nos va a dejar heridas que jamás se van a borrar de nuestra mente y alma. Los hondureños deberíamos tomar con seriedad la insegurida­d que se vive en nuestra amada tierra, ya es tiempo de actuar, ya es el momento de que surjan hombres y mujeres buenos dispuestos a actuar, a limpiar la suciedad que los políticos nos han heredado.

Yo me resisto a creer que en mi amada Honduras no haya personas que amen con toda su alma la tierra que los vio nacer y que estén dispuestos a trabajar, a luchar sin descanso y sin desfallece­r por hacer de Honduras una tierra mejor y dejarle a nuestros hijos un país del que se sientan orgullosos. Quizás a muchos no les interesa lo que les pase a los privados de libertad, en lo personal sí me interesa porque para mí toda vida cuenta, todos contamos, y por lo tanto todos sumamos o restamos. Ya es tiempo de que todos sumemos y hagamos de Honduras un país en el que sí se pueda vivir. La tarea no es fácil, no va a ser fácil, va a costar lágrimas, esfuerzo y sudor, pero con toda seguridad, si nos lo proponemos lo vamos a lograr. Para terminar, quisiera elevar mi voz al cielo para que Dios dé consuelo y fortaleza a cada persona que ha perdido un ser amado en esta guerra sin sentido.

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