Abogados de inmigración, muy abrumados en la era de Trump
Frustración Los constantes cambios en políticas migratorias, sumado a que trabajan sin casi esperanza, han llevado a los abogados de inmigración a sufrir de trauma secundario por la dura realidad de sus clientes
Cada semana, la abogada estadounidense Linda Rivas cruza varias veces la frontera con México para asesorar a cientos de inmigrantes que están hacinados en humildes refugios de Ciudad Juárez debido a la estricta política migratoria del presidente Donald Trump.
Es una zona insegura. Tiene miedo de que la secuestren o de ser víctima de algún tiroteo. A veces acaba el día con dolor de riñones porque entrevista a tanta gente que no bebe agua ni va al baño. Lo peor, asegura, es la impotencia de sentir que en muchos casos ya no puede ayudar. “Nunca he llorado tanto frente a mis clientes como en los últimos dos años”, dijo Rivas al recordar el caso de unos mellizos de un año que fueron separados de su madre. “Creo que hacemos esfuerzos heroicos por no fracasar, pero aun así fracasamos”.
Mayores obstáculos
Rivas forma parte de un ejército de abogados que bajo la presidencia de Trump trabaja casi sin descanso para que inmigrantes sean aceptados en Estados Unidos o no sean expulsados de la noche a la mañana y siente en carne propia los efectos de las medidas de la administración republicana.
Uno de los pilares de la actual política migratoria de EE UU es restringir el número de inmigrantes que llegan y están en el país. Con cada vez más cuestionamientos de cada caso, más retrasos en las decisiones, fuertes restricciones al asilo y constantes cambios en las políticas, muchos abogados viven una carrera de obstáculos y su estrés ha escalado debido a agotamiento y frustración. La abogada Taylor Levy dice que unos 16,000 inmigrantes han acabado en Ciudad Juárez, Chihuahua, debido a un nuevo programa de Trump para que esperen en México mientras sus peticiones de asilo se ventilan en las cortes. Ella asegura, sin embargo, que no ha visto a más de diez abogados cruzando la frontera desde El Paso, Texas, para ayudar a toda esa gente. Entre los que llegan, dice Levy, no todos resisten. “Ya no pueden lidiar más con el trauma psicológico de sus clientes”, apunta
“Tienes que ponerte un escudo para no sentir”. “Ahora es demasiado desgastador emocionalmente”. Ana Bazán/aidil Oscariz
Abogadas de inmigrantes