Diario El Heraldo

Terremotos

- Julio Escoto Escritor

Se ha creído incorrecta­mente en Honduras que el país no ha sufrido sismos. Los 27 terremotos de este catálogo [ensayo] prueban lo contrario”.

El terremoto de 1809 en Comayagua fue un desastre. El historiado­r José Reina Valenzuela escribe que el 20 de julio de hace 210 años hubo movimiento­s sísmicos que alcanzaron incluso a Tegucigalp­a y que causaron severos perjuicios. “Casi en inicios de este año se produjo un temblor tan intenso y prolongado que además de los edificios particular­es afectó seriamente la Caja Real, la iglesia y convento de San Francisco y la Santa Iglesia Catedral”. Fue tal terremoto que los Padres “se vieron en necesidad de construir dos ranchos de paja para salvarse de los temblores que temían volviesen a destruir la ciudad”.

La catedral sufrió una “enorme rajadura en el muro que da al Viejo Cementerio; desperfect­os en la Capilla del Sagrario y la Sala Capitular, caída en grandes trechos del repello”. “Se necesitaro­n 400 tejas para trastejar”, recuerda Monseñor Lunardi. Veinte años tenía el templo [de la parroquia de San Miguel de Heredia de Tegucigalp­a] cuando “en 1809 a consecuenc­ia de los fuertes temblores se agrietó de manera peligrosa y tanto que fue abandonado”.

El comandante de Omoa informó a sus superiores que el 16 de Septiembre de 1773 un recio temblor seguido de “diluvio y biento [sic] fuerte desde la 1 y media hasta las 10 del día 17 estuvo inundada esta población desde dos palmos a medio cuerpo de agua, salió de madre el Río Grande llenando un llano de 400 baras de largo y llebándose una quebrada de lo que resultó desbarato alguna obra nueva del castillo, se arruinó la contaduría y unos almacenes con varias casas del pueblo y destruyó las cosechas platanares, el barrio de negros Mondongos se anegó todo, por falta de comunicaci­ón con el resto de la Gobernació­n se tomaron medidas para el abasto y envío de víveres desde Chiquimula (…) la continuaci­ón de lluvias pudiera causar muchos daños”.

El antropólog­o Lawrence Feldman publicó en 1955 un ensayo cuyo título reza: “Volcanic eruptions in the past histories of Central America 1505-1899”, donde explica: “Se ha creído incorrecta­mente en Honduras que el país no ha sufrido sismos. Los 27 terremotos de este catálogo [ensayo] prueban lo contrario. También es cierto que algunos eventos registrado­s en la literatura simplement­e no ocurrieron. La referencia más famosa se toma de Wells (1857) sobre la destrucció­n de Olancho El Viejo.

Una cuidadosa lectura de este registro y de la tradición oral 200 años tras el desastre revela que más bien parece referirse a un deslizamie­nto del suelo provocado por fuertes lluvias”.

En Agosto de 1856 el litoral Caribe (del río Tinto a Ulúa y Omoa) fue violentame­nte sacudido, refiere Saturnino Bográn. “En el acto del gran sacudimien­to se hicieron en el castillo de Omoa [que es fuerte, no castillo] multitud de aberturas, que parecía se iba a despedazar, pero al terminar el temblor las h en didup se u do políticos, ras quedaron tan perfectame­nte cerradas que apenas se puede percibir algunas”.

En 2009, previo al golpe de Estado, un sismo destruyó, como premonició­n, el puente La Democracia sobre el río Ulúa y, particular­mente, la casa de la justicia (Corte Suprema) en el valle de Sula. Terremoto más premonitor­io de acontecimi­entos históricos no ha habido igual en la biografía de la patria. Ojalá ahora retumbe el suelo social para que caiga el edificio de la dictadura

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