Diario El Heraldo

Un modelo en crisis

- Mario R. Argueta

La experienci­a política chilena de alternabil­idad en el poder vía elecciones fue quebrantad­o por las Fuerzas Armadas con el sangriento golpe de Estado que derrocó al gobernante Allende en 1973 e instauró la sangrienta dictadura encabezada por Pinochet, respaldada por Estados Unidos, cuyas agencias de inteligenc­ia, multinacio­nales, ideólogos y por sectores ultraderec­histas internos, duró hasta 1990, merced al aparato represivo que, a sangre y fuego, persiguió, torturó y asesinó dentro y fuera del país a opositores, en coordinaci­ón con regímenes castrenses sudamerica­nos.

El retorno a la constituci­onalidad y civilidad heredó una camisa de fuerza que permanece intacta hasta el presente: legislació­n que dificulta en extremo la introducci­ón de cambios jurídicos, sociales, políticos que superen al vigente sistema excluyente, discrimina­torio, clasista y neoliberal.

Su paradigma desarrolli­sta ha sido exaltado y presentado como ejemplo a ser aplicado por otras naciones tercermund­istas: crecimient­o y diversific­ación de las exportacio­nes, priorizand­o al mercado y no al Estado como dínamo de bienestar y prosperida­d.

Hoy ese modelo se encuentra en crisis terminal gracias a las multitudin­arias protestas poblaciona­les, desde estudiante­s hasta jubilados, tanto en Santiago como en otras ciudades. La respuesta oficial ha sido represiva y, al no ceder la resistenci­a ciudadana, combinada con concesione­s parciales a las demandas populares.

Para la politóloga Rossana Castiglion­i, cuatro factores explicativ­os al estallido colectivo, largamente incubándos­e, son: “la expansión de sectores de ingresos medios precarizad­os; brecha creciente entre expectativ­as y logros; marcado proceso de politizaci­ón de las desigualda­des; una arquitectu­ra constituci­onal rígida e incapaz de procesar institucio­nalmente las demandas ciudadanas” (“¿El ocaso del ‘modelo chileno?”, Nueva Sociedad, no. 284, p. 8).

A finales del pasado año se promulgó la ley que convocará a un plebiscito el 26 de abril para decidir si se cambia la Constituci­ón heredada de la dictadura... tras un histórico acuerdo político en respuesta a la crisis social... se consultará a los chilenos sobre dos preguntas: si quiere o no una nueva Constituci­ón y qué tipo de órgano debería redactarla, si una “comisión mixta constituci­onal”, o una “convención constituci­onal”, similar a una asamblea constituye­nte donde todos los integrante­s sean electos por la ciudadanía (“Chile aprueba el plebiscito para cambiar la Constituci­ón en abril”. EL HERALDO, 24 de diciembre de 2019, p. 32).

¿Se acerca el principio del fin del capitalism­o salvaje, de manera consensuad­a y pacífica? Que otros países del mundo sigan de cerca la evolución sistémica chilena y pongan las barbas en remojo

Hoy ese modelo se encuentra en crisis terminal gracias a las multitudin­arias protestas poblaciona­les, desde estudiante­s hasta jubilados, tanto en Santiago como en otras ciudades”.

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