¿Y los planes de desarrollo?
En medio de la sorpresa y el impacto que causaron las masivas caravanas de migrantes que salieron de Honduras, El Salvador y Guatemala en 2018 y 2019, las autoridades de esos países, y de los Estados Unidos, anunciaron la implementación de una serie de programas y proyectos para atender las necesidades básicas de la gente que, ante la falta de oportunidades, estaba huyendo a la gran nación del norte, en busca de las mismas.
Los funcionarios coparon los medios de comunicación para informar de sus planes y las millonarias inversiones que generarían empleo y mejorarían los niveles de seguridad que reclaman las poblaciones más desprotegidas.
Pero han pasado los meses, y los anuncios, los planes, los programas, las inversiones no se hicieron; las ideas quedaron plasmadas, eso sí, en los papeles y en los “mails” que seguramente intercambiaron entre sí los funcionarios al más alto nivel.
En el caso de Honduras, las condiciones de pobreza se mantienen y no hay empleo. La inversión extranjera ha caído y los empresarios advierten que el actual clima de negocios no es favorable para la inversión, y no parece mejorar.
Así las cosas, hoy tenemos otro grupo de hondureños y hondureñas que, agobiados por la realidad deplorable en la que viven, se han unido a una nueva caravana de migrantes sin importar el riesgo que ello implica.
Las autoridades gubernamentales no pueden seguir siendo simples observadores de la situación, ellos están obligados a actuar y a tomar las decisiones que se tengan que tomar para atender las necesidades de los que menos tienen.
Tienen que desempolvar los planes que ya están hechos, retomar las negociaciones con sus pares de la región centroamericana y de los Estados Unidos, acelerar el paso y atacar las causas de la pobreza. Si no lo hacen, seguiremos siendo testigos de muchas caravanas más