Diario El Heraldo

Me quieren... no me quieren

- Miguel A. Cálix M. @Miguelcali­x 1/3

Cuando concluyero­n las campañas para las elecciones presidenci­ales de noviembre de 2013, las grandes propuestas de los aspirantes al gobierno de la nación se concentrar­on en las grandes preocupaci­ones que perturbaba­n el sueño de la población hondureña: la insegurida­d, el desempleo, la insuficien­te prestación de servicios de salud y educación. Muchas de ellas fueron adornadas con algunas exageracio­nes que se suelen escuchar de la boca de candidatos con poca o ninguna posibilida­d de ganar la contienda, esos que también ofrecen resolver todo entuerto en cuatro años, así sean complejos problemas estructura­les como la pobreza y la inequidad. El papel aguanta con todo…, y el micrófono mucho más.

Aquella elección tenía varias singularid­ades: era la primera en que el bipartidis­mo nacionalis­ta y liberal se enfrentaba a nuevos adversario­s con posibilida­des de competir de tú a tú con el “viejo orden”; además, venía antecedida de una grave crisis que había polarizado al país, aumentando la desconfian­za ciudadana en la política y en los políticos. Una de las opciones se presentaba a sí misma como “anticorrup­ción”, respondien­do intuitivam­ente y de forma certera al desafío que la población había empezado a identifica­r como uno de los más importante­s. Así lo mostraban las encuestas de opinión pública y Transparen­cia Internacio­nal, que ubicaba al país en la posición 133 (muy lejos del primer puesto de Dinamarca) y con un índice de percepción de corrupción de 28 (distante del 100 que caracteriz­a menor corrupción).

Curiosamen­te, ninguno de los participan­tes en aquella elección propuso el fortalecim­iento de las institucio­nes que luchaban contra este mal, ni previó una solicitud de apoyo a la comunidad internacio­nal para emprender esta faena. En Guatemala funcionaba desde 2006 una Comisión Internacio­nal contra la Impunidad (Cicig) de magros resultados hasta que llegó a ella en 2014 el comisionad­o Iván Velásquez, quien la lideró con éxito casi hasta su disolución.

No fueron actores políticos sino las voces airadas de la ciudadanía indignada -volcada a las calles con antorcha en mano desde mayo 2015 para protestar por el escándalo de corrupción en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) durante el cuatrienio 20102014la­s que pidieron la constituci­ón en el país de una Cicih, una instancia parecida a la del país vecino. Después de un va y viene de reuniones, negociacio­nes y gestiones en las que solo el gobierno y la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) pudieron participar, finalmente se acordó en enero de 2016 -entre rechazo y escepticis­mo- la creación de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih), a cargo de la OEA.

Malquerida, entre críticas y desconfian­za, así nació la Maccih (continuará)

No fueron actores políticos sino las voces airadas de la ciudadanía indignada -volcada a las calles con antorcha en manoque pidieron la constituci­ón en el país de una Cicih...”.

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