En el 273 aniversario
Hace dos siglos y setenta y tres años dos humildes labriegos encontraron en El Piligüín, a inmediaciones de la capital, la sacra imagen de la Virgen de Suyapa. Desde la costa norte a la costa sur, de oriente a occidente, sus fieles devotos concurren a su Basílica a cumplir las promesas ofrecidas por su intermediación ante su Hijo, agradeciendo los favores recibidos, testimoniándole devoción y afecto. La fatiga, la sed, las temperaturas, no los arredran: la fe supera esos obstáculos, la certeza de que cualquier sacrificio en el trayecto hacia su Basílica es poco a cambio de poder demostrarle su devoción inclaudicable, que supera dificultades y limitantes.
Hoy, y durante los días previos a esta magna fecha, se estima que un millón de compatriotas y extranjeros, provenientes de los cuatro puntos cardinales del país y allende sus fronteras, se han movilizado para estar presentes en su Santuario demostrándole su permanente gratitud. Han sido atendidos por personas voluntarias que atienden sus requerimientos de diverso tipo, a efecto de hacer su estadía lo más cómoda y segura posible. Reconocimiento público a su desinteresada labor. Retornan a sus lugares de origen con la certeza y satisfacción de que han cumplido con un imperativo moral, con la esperanza que el presente y el futuro será mejor que el pasado: que la paz, la convivencia pacífica, las oportunidades laborales y educativas mejorarán, que Honduras llegará a ser el hogar común, más allá de diferencias sociales, económicas, políticas. Que ya no deben abandonar la Patria en búsqueda de realizar su condición humana, arriesgando la vida en un periplo abundante en riesgos de todo tipo. Que la solidaridad desplazará al egoísmo, la tolerancia a la intolerancia, el bienestar a la miseria, la honestidad a la corrupción. Sus plegarias las han formulado en ese sentido: con el propósito de que esos anhelos se conviertan en realidades. Y las autoridades, encargadas de ponerlas en práctica, no pueden defraudar tales expectativas colectivas, so pena de merecidos rechazos. Con el ejemplo, transparencia, efectividad, deben y pueden concretarlas.
La Santa Patrona de Honduras nuevamente ha sido honrada por sus hijas e hijos: que siga protegiendo a sus fieles devotos, hoy y siempre, en permanente interacción entre Ella y sus feligreses