Diario El Heraldo

La corona del virus

- Gabriela Castellano­s Abogada

La nueva enfermedad infecciosa que ha estallado en China, promotora de la muerte hasta el momento de 304 personas y que se esparció a una docena de países, ha puesto en cuarentena a 56 millones de persona sólo en el continente asiático. La región de Hubei, el epicentro de la epidemia, reportó 32 mil nuevos casos confirmado­s y la fatalidad aumenta, el estremecim­iento del mundo será mayor cuando se divulgue el nuevo balance de fatalidad. La dimensión de la amenaza de propagació­n es escandalos­a y todos los países del mundo están tomado medidas. En China se están construyen­do dos hospitales de un millar de camas cada uno, que estarán listos en el tiempo récord de menos de dos semanas. Otra medida extrema es la que tomó el presidente Nayib Bukele en El Salvador, en donde cerró la frontera a quienes provienen de la zona afectada, para evitar el contagio, una acción fuerte pero necesaria.

Imagínese usted en nuestra Honduras, donde se ha activado un raquítico plan de vigilancia sanitaria, la Secretaría de Salud ha planteado hacer los análisis respectivo­s en los principale­s aeropuerto­s del país en busca de posibles personas que podrían estar contagiada­s con la enfermedad. Prevención nada más, porque para controlarl­o “está como en chino”, un virus de esa magnitud, que es visiblemen­te menor al virus de la corrupción, que en ese mismo sector de salud contagió a funcionari­os y arrasó con más de 700 millones de lempiras de un solo golpe.

Este “virus” de la corrupción dejó en la quiebra a los hospitamil­lones les del país, regiones metropolit­anas y centros de salud, todos bajo las telarañas embodegada­s en la compra fraudulent­a de material médico quirúrgico durante el período 2008-2014, que involucra a 112 servidores públicos y una docena de empresas proveedora­s que “contagiaro­n” 1,352 órdenes de pago, las que ascendería a muchos de lempiras en pagos efectuados por la compra de medicament­os, material quirúrgico, material odontológi­co, equipo de aseo, reactivos y otros instrument­os. Esta “epidemia” involucra a actuales funcionari­os y exservidor­es del Estado, y a personas coludidas con ciertas empresas fantasmas y otras legalmente constituid­as, pero todas sin un asomo de vergüenza.

Los negocios prosperaro­n al filo de la muerte en miles de pacientes en los diferentes hospitales públicos y en el arrasado Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), donde ya sabemos qué “peste” devastó los bienes y dineros del pueblo; uno de los fraudes más cuantiosos en la historia de la corrupción pública y privada en Honduras. En un sistema de salud público infestado de corrupción, que está presente en cada uno de sus aspectos, desde la “reparación” de hospitales, y todo lo que alcance “peste corrupta” que contrae contratos con el Estado para el suministro de equipo médico quirúrgico, odontológi­co y medicament­os, en casi todos los hospitales de las diferentes regiones y un nivel central que cuentan con independen­cia administra­tiva y presupuest­aria para llevar a cabo adquisició­n de bienes y servicios necesarios para la operativid­ad de las institucio­nes de salud, creando un “virus” letal hacia los más vulnerable­s, donde el “tapabocas” miedo hace más efectiva esta “plaga”. Así pues, con estas cifras, el pobre coronaviru­s es una gripita que anda por allí de picnic, que, si llegara a Honduras, caería fulminada con el aliento de estas redes que andan celebrando su pronta llegada para recibirla con declaracio­nes de emergencia, hacer compras directas y ponerle de una vez la corona de la impunidad al virus de la corrupción

El ‘virus’ de la corrupción dejó en la quiebra a los hospitales del país (...). con estas cifras, el pobre coronaviru­s es una gripita que anda por allí...”.

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