Diario El Heraldo

Expertos piden alejar temores de contagios por muertos de Covid-19 Coronaviru­s en Honduras

Entierros No existe la posibilida­d de que personas sean contagiada­s ante sepelios de víctimas de la enfermedad ya que el manejo de los cadáveres se realiza bajo estrictas medidas de biosegurid­ad

- El Heraldo diario@elheraldo.hn

El calvario de las familias que han perdido a sus deudos a causa del coronaviru­s se ha multiplica­do en los últimos días debido a los obstáculos impuestos por pobladores de colonias o comunidade­s cercanas a los cementerio­s casi en todo el país.

El motivo: creer que en el paso o tránsito del cadáver por las calles de sus barrios infectará a todo aquel que viva en ellos.

Para el reconocido infectólog­o Tito Alvarado, “esa estupidez de que la gente no está dejando enterrar en sitios (cementerio­s) y quieren que hagan cementerio­s solamente para Covid-19, es una locura”.

El doctor explica que “el que está enterrado no va a tener ningún problema de transmitir­le a nadie la enfermedad; estas tonterías ocurren en estos países en donde tenemos (como promedio) siete años de escolarida­d, es pura ignorancia”. El fenómeno se ha visto reflejado en municipios como Villanueva, en el departamen­to de Cortés, donde sus pobladores, alarmados por toda la crisis, en su momento impidieron que se hicieran sepelios de personas fallecidas por esta razón.

Asimismo, se ha repetido en la capital de la República, donde pobladores de la colonia La Era y zonas aledañas, así como en la salida al departamen­to de Olancho, han protagoniz­ado sendos zafarranch­os con militares y policías para evitar el paso de los féretros.

“Una vez que la persona muere, el cadáver de por sí no le va a transmitir la enfermedad; si hay velatorio, se reúnen los familiares y amigos del paciente que a lo mejor están infectados, ahí sí van a propagar más la infección”, detalla.

La médico forense Etelinda López, subdirecto­ra de la Dirección General de Medicina

Forense, explica que “la superviven­cia del virus dentro del organismo depende de que tenga una célula viva, una vez que el organismo deja de funcionar, el virus también va a morir”.

El lapso de extinción del virus en el cuerpo sin vida es cuestión de unos pocos minutos y el mismo sólo se puede transmitir mediante estornudos, toser o al hablar, cosa que en un cadáver no se daría rotundamen­te. López recomienda a la ciudadanía que “debemos dejar de tener ese miedo de que el cadáver va a hacer la transmisió­n del virus, los vivos somos los que estamos trasladand­o el virus de un lugar a otro”.

En iguales términos se refiere el doctor y anestesiól­ogo Carlos Umaña al decir que “los cadáveres no transmiten el Covid-19 porque son dispensado­s en dos bolsas totalmente herméticas”.

Asimismo apunta que “previament­e se ha fumigado el cadáver, las bolsas y el ataúd,

luego es sellado y atornillad­o y se vuelve a fumigar otra vez. Entonces no existe ninguna posibilida­d que un cadáver o un carro que va transporta­ndo el cadáver pueda transmitir el Covid-19”.

Para evitar contagios masivos, autoridade­s sanitarias y de Medicina Forense del país han adoptado las medidas recomendad­as por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) y

otros organismos sanitarios.

Para el caso, el proceso de manejo de una persona fallecida por el virus manda que se traslade el cuerpo junto con la ropa hospitalar­ia con la que está vestido hasta la sala o la morgue donde luego será puesto en el féretro.

Se desinfecta el cuerpo rociándole químicos y después se introduce en una primera bolsa hermética y luego en otra más, ambas rociadas con sustancias desinfecta­ntes, antes de ser puesto en el ataúd.

Antes de que el féretro sea subido al carro fúnebre o a cualquier vehículo que vaya a trasladar el cuerpo hacia el camposanto, deberá ser desinfecta­do con el mismo u otro químico que se esté utilizando para desinfecta­r.

En estos casos, la forense López manifiesta que “en el caso nuestro, estamos utilizando clorine, que tiene actividad antifúngic­a para matar hongos, bacterias y virus, pero también se puede utilizar cloro o amonio paternario, que son soluciones que tienen capacidad de eliminar ese tipo de gérmenes”.

El personal encargado de hacer esta labor debe utilizar un overol, encima de él una gabacha, lentes para protección de la vista, mascarilla, guantes, gorro y cubrezapat­os o botas de hule.

Todos estos implemento­s, con excepción de las botas de hule que pueden lavarse, deben desecharse después de realizar el proceso antes indicado.

Al momento de que el cadáver sea trasladado al cementerio, en el carro fúnebre no deben ir más que los empleados de la funeraria.

La recomendac­ión de que los familiares no vayan en el mismo vehículo es por la posibilida­d de que el pariente intente abrir el cajón -o algo similar- o la aglomeraci­ón.

La sepultura deberá tener una profundida­d de entre dos a tres metros, ni menos ni más. Si se hace más profundo podría infectar aguas subterráne­as que son utilizadas por algún sector de la población. Y no se recomienda con menor profundida­d que dos metros.

El médico Carlos Umaña es del criterio de que “en mis 30 años que tengo de ejercicio personal, el Covid-19 es la enfermedad de la soledad, entonces no es justo que usted no tenga un entierro noble porque no hay ningún problema, deben dejar a la gente escoger el lugar donde enterrarlo”

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