Retorno a mañana
Entre el millón de palabras que cual gotas negras llueven al tema del virus ––al que se insulta, olvidando que es microorganismo sin inteligencia–– las de Richard Haass son premonitorias. Dice que, como se sabe, la historia no vuelve pero que, como ahora, se acelera y empuja ágiles proyectos, conductas, actitudes y eventos que residían en el tiempo, si no esperando el éxito a lo menos haciendo fila para el instante de su oportunidad. Se hablaba mucho del cambio climático, por ejemplo, y de la urgencia de concertar entre naciones la disminución de los gases de invernadero que rayan la atmósfera, rompen la capa de ozono y ponen en riesgo a la humanidad. Pero nadie hacía caso. Vino el Covid y zas, mueren los motores de la industria, se apagan los automóviles, los japoneses cesan de asesinar ballenas, el ártico titubea si se descongela o no, las gentes piensan en automático ecológico.
Los poderosos promotores del sistema neoliberal ––BM, FMI, G20, gobernantes del occidente planetario–– igual se dan cuenta de pronto cuán joputas fueron al no proveer salud básica por décadas a la población que explotan, por lo menos seguridad sanitaria, y de allí que la pandemia les golpee no las fuentes de capital sino las canteras de trabajo: millones de obreros dejan de laborar. Es como profecía, maldición o karma, castigo por generar a volúmenes tan espantosos y crueles la inequidad, es decir la distancia abrumadora que opone a ricos contra pobres y miserables.
Es paradoja pero igual puede adelantarse la historia del futuro, ya que el orbe ha ingresado a una contradicción dialéctica de posibilidad fatal, que es de que el porvenir jamás exista, que no llegue a despertar. Obvio que es solo una capción cósmica pues lo que aún
Es paradoja pero igual puede adelantarse la historia del futuro, ya que el orbe ha ingresado a una contradicción dialéctica de posibilidad fatal, que es de que el porvenir jamás exista, que no llegue a despertar”.
no es no puede ser. Pero hace pensar que si no ocurre cambio en la situación presente de la terrible crisis que vivimos, lo que seguirá más tarde es solo repetición de la terrible crisis que vivimos, una sucesiva de otra. O modificamos drásticos, con filo de hacha y machete, el acontecer existencial, o perecemos para la historia, pues si no la historia no se acelerará. En palabras sencillas: o transformamos en el presente lo que daña o seguirá dañándonos.
Y el componente grave de ese daño es el manejo fracasado de la sociedad hondureña, auscultado en las preguntas: ¿por qué entre más riqueza se genera surge más miseria universal, qué jugamos? ¿Seguiremos así después del coronavirus, circundados con chafarotes represivos y sin un hospital? ¿Sin ventiladores pulmonares pero con cuarteles, corbetas y misiles? ¿Sin antibióticos y sin escuelas? “Lo que se acelera es la Historia misma”, insiste Haass. ¿Ayuda para entender el calibre de los procesos, volver la vista a la experiencia tica…?
O la sociedad asume un paen pel protagónico en el decurso de la acción democrática o se extingue. Ya que dios no responde y nos lleva candanga, y como Cristo tampoco regresa a pesar del llanto, se le acabó a los pastores la estratagema para engañar, por lo que la sociedad laica se obliga a aportar respuestas. Y estas residen, en exclusiva, en la búsqueda, contra toda derrota, de igualdad. equidad, justicia social y ética gubernativa, empresarial y social sobre todas las cosas. Más allá de ello no existe futuro humano alguno