Honduras insólita
A raíz de la pandemia mundial, el país vino a demostrar de qué estamos hechos los hondureños, y terminó de desnudar la ineptitud de un gobierno corrupto, en donde la actual situación de pobreza, no tanto por el Covid-19, tiene al borde del estrés a muchos de nosotros.
Solo en Honduras se ve que en plena crisis económica hay que seguir pagando los servicios aunque te hayas quedado sin empleo; solo en este país se ve el realismo mágico en donde el gobierno dijo que ya todos nosotros tenemos mascarilla, pero ni a mí ni a mis vecinos ni a mis familiares nos han dado nada, solo aquí se gastan más de mil quinientos millones en un día para luchar contra el virus, y se están haciendo apenas cien supuestas pruebas al día, solo en este país la institucionalidad está fallida en todos sus niveles, pues en la última semana la máxima casa de estudios anunció una solución muy poco humanitaria para los profesores por hora, contribuyendo así al crecimiento del desempleo en el país y, por ende, de la pobreza, pues se pronuncia de manera ambigua en cuanto a la contratación de estos profesores para llevar a cabo el segundo PAC. En estos momentos en los que la economía está más endeble de lo normal, la canasta básica está muy alta, y aunque el petróleo está baratísimo en todos lados, aquí los precios de los combustibles siguen subiendo, lo mismo que la energía eléctrica, es más, solo aquí los negocios siguen pagando la misma factura aunque se encuentren cerrados, se ven tantas irregularidades, tantas iniquidades y, como siempre, al final de todo el que tiene menos termina sufriendo más. Estamos frente a compatriotas poco solidarios, pues si eres sospechoso de Covid-19 te amenazan de muerte y hasta te van a sacar de tu casa, no te dejan enterrar a tus muertos, y lo peor de todo es que pronto nos llegará, como en “Cien años de soledad”, la peste del olvido. Y es que sin duda solo en nuestra amada patria se nos juntan las malas plagas, sequía, corrupción, pandemia, inseguridad, pobreza, y mientras unos nadan en el apogeo otros mueren de hambre.
Fernando Erazo
PROFESOR DEL ITST, UNAH