Nuestro cimiento
La pandemia ha sido como fuertes aguaceros que nos empapan cual si fuéramos papel mojado y vamos dejando evidente con qué tipo de tinta hemos escrito nuestra vida de actitudes y conductas; se van exponiendo esencias y reflejos humanos, en algunos más bondad y generosidad, y en otros su maldad, intolerancia, deshonor y amoralidad. La pandemia interrumpió repentino lo que estábamos haciendo y nos dejó un espacio para repensar el valor de lo que hacíamos y por qué lo hacíamos, siempre tras cada decisión o pensamiento hay que formularnos la pregunta ¿por qué?, y las respuestas nos llevarán a más reflexión y meditación para mejores decisiones. La pandemia nos colocó en tiempos disruptivos e inciertos y muchos quedaron aletargados, sin actividad, esperando el momento para que alguien les vuelva impulsar, los entumecidos sólo han prolongado su pereza y dejadez de siempre porque es patológica, y otros, los esforzados, han estado activos haciendo el bien sin querer mezclarse con los sinvergüenzas animados por la viveza, falta de ética y humanidad.
La pandemia ha dejado dos tipos de perdedores; los que les dejó sin empleo, ingresos, pertenencias y hasta el sustento diario y que en la adversidad que les agobia ganaron fe, sabiduría y se transformaron y los que en la calamidad también se desencajaron, juzgan, resienten y aún no se dan el tiempo para meditar, ¿por qué? La pandemia nos coloca en un tiempo desafiante donde lidiamos con incertidumbre y todos buscamos un lugar donde pararnos que parezca seguro, pero nuestro cimiento debe ser “quien yo soy es quien yo digo que soy”. Ya en nuestro cimiento, nuestro primer reto debiera ser honrarnos a nosotros mismos, sabiendo que tenemos poder de transfórmanos en mejores personas aun en medio de la pérdida, reconocer que fracasamos y que otras veces nos falta el honor de darnos la razón que tenemos poder de declarar que saldremos adelante.
Nuestro segundo gran reto debiera ser convertirnos en personas de influencia que podamos cambiar vidas, desde nuestro hogar y en nuestros entornos virtual o presencial podemos tener un nivel de influencia en otros reconociéndoles sus destrezas y conocimientos y potenciando su valor humano
La pandemia nos dejó un espacio para repensar el valor de lo que hacíamos y por qué lo hacíamos”.