Cuando el destino nos alcance
La película Soylent Green (“Cuando el destino nos alcance”, en su versión en castellano) es de 1973 y todavía impacta a quien la ve en estos tiempos. Si bien no hemos arribado al 2022, año en el que se encuentra ambientada la historia, y tampoco experimentamos el hacinamiento ni la sobrepoblación mostrados en el filme, la contaminación, el calentamiento global y las profundas inequidades sociales ya son una realidad vigente y preocupante alrededor del planeta.
La covid-19 ha confirmado la persistencia entre nosotros de malas conductas que nos han hecho mucho daño en el pasado y de las cuales no se han aprendido las lecciones. Acuciosos cronistas dejaron relatos, recogidos más tarde por pacientes historiadores, que documentan cómo actuamos cada vez que enfrentamos epidemias y catástrofes en épocas pretéritas.
En su artículo “El cólera en la historia de Honduras”, el Dr. Julio Alberto Bourdeth Tosta http://www.bvs.hn/ Rmh/pdf/1995/pdf/vol63-21995-13.pdf nos detalla cómo reaccionó la joven república desde 1826, cada vez que fue asediada por las pandemias de cólera ocurridas en el plade hasta el siglo XX. Ya en 1833, el desconocimiento de la enfermedad y la falta de asistencia oportuna provocó fallecimientos, sin embargo, el Gobierno organizó Juntas Sanidad en todas las cabeceras departamentales y enfrentó la situación. En 1837 el gobernante Justo José Herrera adoptó medidas como “el cierre de fronteras, reactivación de las Juntas de Sanidad, clausura de los estancos y espectáculos públicos, cierre de escuelas en las zonas afectadas, prohibición de enterramientos en templos católicos, reimpresión de recetas usadas en 1833 y el establecimiento de cuotas voluntarias entre los vecinos dado lo exiguo del erario nacional”. Se sabe bien cómo los adversarios de Morazán y de Santos Guardiola emplearon estas calamidades y sus infortunios para culparles de su ocurrencia y fatalidades.
Entre varias consideraciones finales y refiriéndose al cólera, el Dr. Bourdeth señala que “la falta de estructura saneta nitaria, así como el desinterés del hondureño por mejorar su conducta de higiene, es la mejor garantía” para que epidemias como esta se afinquen en Honduras por mucho tiempo. Para contrarrestarlas, ha sido esencial la colaboración de la población, la ampliación de la red de servicios de salud, la administración de medicamentos y atención médica profesional adecuadas, siendo en todo momento determinante una gestión gubernamental previsora, proba y eficiente.
“Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, refería Santayana. El destino no está escrito, lo construimos nosotros con nuestras decisiones: si atisbamos uno de agravios, será por lo que hoy hagamos o dejemos de hacer
La covid-19 ha confirmado la persistencia entre nosotros de malas conductas que nos han hecho mucho daño en el pasado y de las cuales no se han aprendido las lecciones”.