Década perdida: corrupción e impunidad
No se puede negar que el país vive un antes y un después a partir del golpe de Estado del 28 de junio de 2009; a veces es necesario recurrir a la memoria, esa según la RAE “facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado”, para ubicarnos conscientes en el entorno social actual, porque dejamos hacer y pasar hechos como si no hubiera pasado absolutamente nada. Conformismo.
La historia reciente nos indica que la presente década que concluye este año ha sido la más infeliz de la historia patria por la desorganización institucional, incertidumbre nacional, inseguridad social, económica y jurídica, en fin, por escándalos de todo tipo.
Realismo. Múltiples hechos lo demuestran, imposible referirnos en detalle en este espacio, pero rememorar es una actitud de obligación ciudadana para desterrar la indiferencia y volvernos más beligerantes asumiendo un papel que permita rescatar la patria de la ignominiosa situación en que se encuentra y tener un país más digno y respetado. Patriotismo. Para asumir esa conciencia patriótica vale determinar por qué a estos diez años se les debe llamar la “década perdida”, período de tiempo en que la sociedad hondureña ha vivido hechos lamentables y de repudio colectivo como consecuencia de la corrupción en distintos aspectos de la vida nacional, no se necesita hacer mucho esfuerzo para rememorar los más significativos sin que los menores pierden su cuota de responsabilidad en la situación patria. Desde el inicio de la actual gestión gubernamental se intensifica el activar de las maras y pandillas, una delincuencia común violenta, la presencia nociva del narcotráfico, nepotismo gubernamental, crisis de confianza en las instituciones y sus conductores, deterioro en la gestión de justicia, aprobación legislativa de normas para protección de corruptos, elevados niveles de desigualdad, indicadores de crecimiento económico que dificultan el desarrollo socioeconómico y promueven el deterioro constante del nivel de vida de los pobladores, convirtiéndonos en el país más indigente del continente con un nivel de pobreza de casi el 70%.
Entre tantos, destacan cuatro hechos, unos donde irrespetaron de manera descarada la decisión del pueblo para escoger a sus gobernantes y los otros atentaron de manera indigna contra la salud del pueblo; efectivamente dos procesos electorales donde se ha financiado la campaña electoral del partido en gobierno con recursos provenientes del saqueo de dinero público, se alteraron las cifras electorales, prolongaron el proceso de conteo y la declaratoria de resultados, asimismo en el 2017 se aplicaron medios ilegales para reelegirse.
El IHSS fue saqueado en casi siete mil millones de lempiras, provocando la muerte de miles de hondureños cuyas secuelas aún perjudican a más de 700 mil derechohabientes, la mayor parte de estos fondos fueron destinados a la campaña política del 2013 del Partido Nacional; además la adquisición atípica de siete hospitales móviles valorados en 1,200 millones de lempiras para atender el combate del covid-19, debido a la saturación de los hospitales del país
La historia reciente nos indica que la presente década que concluye este año ha sido la más infeliz de la historia patria...”.