Nuestro futuro está en las familias fuertes
Katalin Novak, ministra de Familia de Hungría, explica, frente a un nutrido auditorio, las medidas que su país se ha empeñado en poner en marcha para fortalecer a la familia y así aumentar la natalidad. Cuando el presidente Víktor Orban asumió el poder, uno de los puntos centrales de su gobierno sería la creación de una cultura y de unos incentivos que ayudaran a los padres a hacer frente al reto de tener más hijos y educarlos.
Mientras casi todos los países europeos centran sus esperanzas en la inmigración para paliar la falta de población, Hungría apuesta por políticas que fortalecen a la familia para conseguir combatir las bajas tasas de natalidad.
Esta noticia me recordó la tesis sostenida por Mary Eberstadt en su interesante libro
Cómo el mundo occidental perdió realmente a Dios. Este estupendo estudio evidencia que la familia y el cristianismo son las dos instituciones que han configurado nuestra civilización occidental. En los últimos años, ambas experimentaron un retroceso provocando unas consecuencias imprevisibles en nuestro mapa cultural y social. Según la opinión más convencional se piensa que primero se produjo un retroceso religioso y después ocurrió el declive de la familia. Este revelador estudio demuestra que en realidad el proceso ha sido el inverso. Un retroceso en los valores familiares tiene como una de sus consecuencias considerar las creencias religiosas como no tan relevantes para la buena marcha de la sociedad.
Aunque todavía es corto el tiempo para analizar a fondo los efectos positivos de estas políticas profamilia en Hungría, sin duda ya se observan señales muy alentadoras. Si en 2010 la tasa de fertilidad se situaba en el 1.21 en 2017 ha aumentado hasta el 1.42. El objetivo del gobierno de Víktor Orban es llegar a 2.1, tasa de reemplazo generacional, para el 2030. La ministra de Familia,
Novak, hizo públicos algunos datos de este plan profamilia un año después del inicio de su aplicación. A través de su cuenta de Twitter informaba: “el número de divorcios está en mínimos de hace 60 años, los matrimonios en máximos desde hace 40 años; la tasa de fertilidad está aumentando en comparación con el año pasado; el número de abortos ha caído en un tercio”.
El gobierno, además de emitir mensajes públicos como el que “la vida es un regalo” y el tener hijos “es una aventura
Mientras casi todos los países europeos centran sus esperanzas en la inmigración para paliar la falta de población, Hungría apuesta por políticas que fortalecen a la familia para conseguir combatir las bajas tasas de natalidad”.
para toda la vida”, además ha impulsado amplias medidas económicas que facilitan a las familias asumir responsablemente su tarea en la crianza y en la educación de los hijos. Para este fin, en los últimos años se ha destinado el 4% del PIB para políticas familiares que en palabras de la ministra Novak se resume de esta manera: “Hemos construido nuevas guarderías, introducido la exención de por vida del impuesto de la renta para mujeres con cuatro hijos; hemos dado más ayudas a las familias para comprar viviendas y reducir sus hipotecas”.
La aplicación de estas iniciativas profamilia por parte de Hungría puede generar muchas luces y lecciones positivas a las que nos interesa prestar atención. La solución del problema social en Honduras, incrementado de forma alarmante en los últimos años, tiene en la protección de la familia a una de sus principales respuestas. Sin duda, nuestro futuro está promover familias fuertes