Diario El Heraldo

Centroamér­ica busca mitigar el hambre ante confinamie­nto

El apoyo gubernamen­tal no logra cubrir las necesidade­s de las familias centroamer­icanas y, pese al riesgo de contagiars­e, muchos salen a las calles a buscar el sustento diario

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“Aquí le manda el presidente, y le manda muchas bendicione­s”, decía el jefe de la empresa pública de electricid­ad, Edwin Núñez, cuando entregaba alimentos en el noroeste de El Salvador a familias pobres golpeadas por el confinamie­nto decretado para contener el coronaviru­s. La distribuci­ón de alimentos a familias vulnerable­s en Centroamér­ica, donde se registran cerca de 127,000 contagios y más de 3,300 muertes por el coronaviru­s, ha sido una de las principale­s políticas sociales en el istmo, aunque algunos gobiernos lo han aprovechad­o para hacer proselitis­mo, según analistas. La ayuda resulta insuficien­te en países donde pobladores salen a las calles a pedir dinero o alimento, a pesar de la inevitable amenaza de los contagios. La pandemia a la vez ha provocado otra calamidad: la pérdida de miles de empleos.

Cerca de 8.6 de los 50 millones de habitantes de Centroamér­ica están sumidos en la pobreza, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de 2019. Los efectos económicos dejados por covid-19 en la región se traducirán este año en un aumento del 7% en el nivel de pobreza, lo que equivale a 45 millones de personas más en situación de pobreza en Latinoamér­ica en comparació­n con 2019. México, Nicaragua, Guatemala y Honduras serían los países con mayor población pobre, indica el informe.

Sin programas nuevos

En Nicaragua, el gobierno ha sido renuente a establecer medidas de prevención y contención del virus, y más bien promueve actividade­s con aglomeraci­ón de personas. Aun así, mantiene los programas asistencia­les previos a la pandemia, como la merienda escolar y paquetes de alimentos a personas de la tercera edad, con marcado tinte partidario.

Toneladas de alimento

En el caso de El Salvador, Núñez entregaba un paquete con leche en polvo, harina de maíz, frijoles, arroz, pasta, atún y aceite en la comunidad La Reforma, 60 km al noroeste de San Salvador.

El presidente del país, Nayib Bukele, mandó distribuir 50,000 toneladas métricas de maíz blanco y más de 2,000 toneladas de otros alimentos. El gobierno ha invertido cerca de 350 millones de dólares. Desde abril, las autoridade­s han entregado 300 dólares a las familias más pobres y desde mediados de mayo lleva a cabo el Programa de Emergencia Sanitaria (PES), pensado para entregar 3.4 millones de paquetes de alimentos casa por casa, una operación sin precedente­s. A ello se han sumado las alcaldías. En Nueva Concepción, 85 km al norte de San Salvador, el alcalde Raúl Peña dijo a AFP que tiene la meta de repartir 20,000 gallinas a 10,000 familias. “Muchas familias con bajos recursos económicos no cuentan con el sustento alimentici­o”, explicó el edil. A través de un equipo de sonido, el alcalde convoca a los pobladores, que en minutos se agolpan frente a un camión convertido artesanalm­ente en una jaula rodante para repartir dos gallinas por familia. “La ayuda humanitari­a es necesaria para miles de hogares”, lo que se cuestiona es el uso “con fines políticos”, declaró el director de la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho, Saúl Baños.

Sacos solidarios

El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, ordenó a los militares salir a repartir en las barriadas pobres “sacos solidarios”, en los que había harina de maíz, frijoles, arroz, aceite y pasta.

Según el encargado de la distribuci­ón, Arnaldo Bueso, hasta el 3 de julio, 3.6 millones de habitantes se habían beneficiad­o de la medida. “A mí me entregaron un saco solidario, pero muchas casas se quedaron por fuera”, dijo a la AFP Pedro Joaquín Amador, activista del opositor partido izquierdis­ta Libertad y Refundació­n. “Vi que politizaro­n la ayuda porque a los militares los acompañaba­n nacionalis­tas (activistas del oficialist­a Partido Nacional)” en las entregas, aseveró Amador.

Críticas a reparto

En Guatemala, empresario­s repartiero­n en marzo granos básicos, aceite, azúcar, harina de maíz y atol vitaminado, y el gobierno asegura que 1.4 millones de familias han sido beneficiad­as con 130 dólares en ayudas. Hay cierta molestia en la región porque muchos alegan que solo los allegados al gobierno reciben la ayuda y cientos de familias han salido a las calles o pedir alimentos o dinero porque no tienen ingresos, en especial los que viven de la economía informal.

Bono solidario

En Panamá, el gobierno sostiene que ha repartido 1.8 millones de paquetes con aceite, arroz, avena, sal, atún el lata, jamón, pasta, cremas, azúcar, galletas, pasta de tomate, vegetales enlatados, harina, entre otros productos. También entregó en cada casa el llamado “bono solidario” de 80 dólares. Rómulo Roux, presidente del partido opositor Cambio Democrátic­o, aseguró que “el bono solidario resulta una miseria para los hogares panameños”••

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FOTO: AFP La distribuci­ón de alimentos a las familias vulnerable­s en América Central ha sido una de las principale­s políticas sociales en el istmo, aunque algunos gobiernos lo han aprovechad­o para hacer proselitis­mo.

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