La eterna espera del milagro
Serie 2/3
No hay milagros ni suerte cuando se compite en Olimpiadas, copas mundiales de fútbol o en justas deportivas: cada equipo y atleta logran los resultados y éxitos (o fracasos) que su talento, preparación y esfuerzo podían asegurarle antes de llegar al evento. La posición en el medallero de norteamericanos, chinos, alemanes, rusos, cubanos o etíopes, de los brasileños, franceses, italianos, alemanes o costarricenses en la clasificación de FIFA, o de variados países en los pódiums de los torneos, no se determinó un mes o un año antes de las competencias. Cuando se repasan las historias de éxito de quienes sí lo obtuvieron, se encuentran elementos comunes a cada una de ellas: planificación, preparación, uso eficiente de recursos. No basta el talento.
Igual acontece con las naciones cuando enfrentan grandes desafíos simultáneamente, sean estos fenómenos naturales o causados por intervención humana. El resultado positivo o negativo ante una prueba colectiva dependerá del apresto y disposición previas, no de suerte ni de milagros. Así es con catástrofes como los terremotos o las tormentas ciclónicas: aunque los seres humanos no pueden anticipar su ocurrencia ni magnitud, sí pueden tomar decisiones sobre qué hacer cuando suceden. Cuerpos de socorro aptos, educación de sus poblaciones para coordinarse y saber cómo reaccionar, medidas excepcionales para la gobernanza. Todos los países que han sobrevivido graves contingencias han aprendido de sus experiencias (o las de otros) y saben muy bien que la organización anterior, los preparativos y toma de decisiones oportunas son fundamentales para tener mejores posibilidades de salir adelante.
Como si se tratara de una guerra, las estrategias, el equipamiento, la logística, la inteligencia (el análisis de información para la toma de decisiones estratégicas), los recursos humanos involucrados y la calidad del mando son importantísimos ante una calamidad. Tras una batalla, si bien son mariscales, comandantes y generales quienes asumen la responsabilidad de una derrota o se llevan la gloria de la victoria, la verdad es que el éxito o fracaso de sus dirigidos depende también de múltiples factores, entre los cuales la planificación y prevención suelen ser soslayados.
Pasa igual con los deportes colectivos, donde tempranamente se señalan héroes o villanos de una jornada, sin analizar bien antecedentes ni reparar en la determinante influencia de la previsión o imprevisión. Ni el éxito ni el fracaso son de una sola persona, como tampoco de un último minuto.
Al presentarse la pandemia de la covid-19, cada país le ha hecho frente con la planificación, preparación y recursos con que su sociedad disponía. No bastaba el talento. Ni era tema de milagros o de suerte
El resultado positivo o negativo ante una prueba colectiva dependerá del apresto y disposición previas, no de suerte ni de milagros (...), el éxito o fracaso dependen también de múltiples factores, entre los cuales la planificación y prevención suelen ser soslayados”.