LA CULTURA DE LA CANCELACIÓN
en el arte y el entretenimiento
En las últimas semanas el término cultura de la cancelación ha estado en boca de todos.
No es para menos, este 2020 varias personalidades y productos del entre- tenimiento han sido el objetivo de este fenómeno social.
Para el caso, muchos recordarán la lapidación social que recibió la escritora de Harry Potter, J.K. Rowling, tras rechazar a las personas trans o como HBO decidió eliminar de su plataforma el clásico del cine “Lo que el viento se llevó” solamente por considerarla racista.
La cultura de la cancelación, según lo define en inglés Dictionary.com, es “una práctica popular que consiste en retirar el apoyo a personajes públicos y compañías tras haber hecho o dicho algo considerado objetable u ofensivo”.
El Macquarie Dictionary la define con otras palabras: “Las actitudes que promueve o adopta una comunidad para retirarle el apoyo a un personaje público, normalmente como respuesta a una acción o comentario socialmente inaceptable”.
Tanto las personas como las empresas pueden ser “cancela
das”. La gente les retira su apoyo y, en consecuencia, resultan boicoteadas. Una forma de hacerlo es dejar de ver una serie si participa un determinado actor o dejar de comprar los productos de una marca. Raro es el día en el que no “cancelan” a alguien en las redes sociales. Hace poco, la actriz Jodie Comer, de la serie Killing Eve, fue cancelada porque se rumoreó que estaba saliendo con un votante de Donald Trump y sufrió la mala experiencia de que un hashtag contra ella se volvió viral. Sin embargo, lo que parece haber reavivado el debate es la noticia de que J. K. Rowling se unió con otros importantes personajes públicos, como Sir Salman Rushdie y Margaret Atwood, para firmar una carta de advertencia contra el peligro que esta falta de tolerancia supone para la libertad de expresión.
Fueron 150 los famosos que firmaron el manifiesto, publicado en Harper’s Magazine: “El intercambio libre de información e ideas, la columna vertebral de las sociedades liberales, está cada día más restringido”.
“Aunque es algo que se espera de la derecha radical, la censura se está expandiendo en nuestra cultura: la intolerancia ante ideas opuestas, la nueva moda de humillar y condenar al ostracismo a figuras públicas y la tendencia a simplificar problemas políticos complejos en una sola verdad moral cegadora”.
Extremos peligrosos
Uno de los casos más conocidos es el de el actor Kevin Spa
cey, que fue acusado de abuso sexual y malas conductas por varios hombres. Aun siendo desestimados los cargos en el único caso que llegó a los tribunales, su carrera se fue a pique. La audiencia ya le había declarado culpable. Su trabajo como actor ya no sería consumido por aquellos que se consideran comprometidos con la justicia social.
Otro caso reciente relacionado con los movimientos #gamergate y #Metoo es el de Alec Holowka, un desarrollador de videojuegos que según su hermana fue víctima de abusos y pasó toda la vida luchando con desórdenes de personalidad y comportamiento. Alec perdió su empleo y se suicidó tras sufrir un linchamiento mediático por las acusaciones públicas de violación por parte de Zoe Quinn