La Sagrada Escritura en el magisterio del papa Francisco
Como antecedente, este año 2020 se cumple el 1,600 aniversario de la muerte de San Jerónimo, el gran traductor de la Biblia, que intentó convertir la Escritura en el lenguaje cotidiano y “común” de la gente sencilla, para hacer que la Palabra de Dios fuera accesible a todos. Su celo por hacer que la Escritura fuera accesible a la gente nace de su convicción: la ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo. El canon bíblico de la Iglesia Católica reconoce 73 libros como parte de la Sagrada Escritura. Comprende 46 escritos para el Antiguo Testamento, y 27 para el Nuevo Testamento. Ha sido escrita por más de 40 autores diferentes, desde el año 1500 a. C. hasta el año 100 d. C.; en tres idiomas: hebreo, arameo y griego. Y, en la actualidad ha sido traducida a más de 2,500 idiomas. El papa Francisco ha basado su pontificado, entre otros temas, en la misericordia divina, en la atención delicada a los más pobres y marginados, en la conversión personal, comunitaria y pastoral y muy especialmente en la evangelización y el carácter misionero de la Iglesia (“Iglesia en salida”). Y ha fundamentado todo su magisterio en la “¡Sagrada Escritura!”. Bien puede decirse que está poniendo en valor la enseñanza evangélica hasta el punto de que ya muchos lo califican como el ¡Papa del Evangelio! Con sus gestos y sus palabras, nos acerca al Evangelio vivo. Él, habla de un Dios misericordioso, siempre esperando para perdonar, siempre atento al regreso de sus hijos, como el padre al hijo pródigo. Y de un Jesús que es amor, que entrega su vida en la cruz por amor, un ejemplo de entrega a los demás que los hombres deberían seguir. Es el Papa de los pobres, no sólo en el terreno material, también en el espiritual, preocupado por ellos como San Francisco de Asís, de quien tomó su nombre. Recordamos, a modo de ejemplo, algunos fragmentos de su fecundo magisterio que guardan relación con la Sagrada Escritura.
-En la Encíclica Lumen fidei/ La luz de la fe (2013) recoge la reflexión previa de Benedicto XVI, pero es un documento del papa Francisco. El enunciado de los capítulos va acompañado por referencias bíblicas: capítulo primero: Hemos creído en el amor (cf. 1 Jn 4,16); capítulo segundo: Si no creéis, no comprenderéis (cf. Is 7,9); capítulo tercero: Transmito lo que he recibido (cf. 1 Cor 15,3); capítulo cuarto: Dios prepara una ciudad para ellos (cf. Heb 11,16).
-En la Exhortación apostólica Evangelii gaudium (2013) ofrece un gran contenido bíblico. Destaca especialmente el capítulo tercero (“El anuncio del Evangelio”), donde hay una excelente reflexión sobre la homilía (nn. 135-144).
-El capítulo segundo de la Encíclica Laudato si (2015) se titula “El evangelio de la creación” (nn. 62-100) y presenta una síntesis de textos bíblicos que ofrecen grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de las personas más frágiles.
-El capítulo primero de Amoris laetitia (2016) se titula “A la luz de la Palabra” (nn. 8-30) y recuerda que la Biblia está poblada de familias, generaciones historias de amor y crisis familiares. El capítulo cuarto (“El amor en el matrimonio”) desarrolla en el apartado “Nuestro amor cotidiano” (nn. 90-119) un bello y sugerente comenta-el de 1 Cor 13,4-7.
-En la Exhortación apostólica Gaudete et exsultate (2018) dedica el capítulo tercero, titulado “A la luz del Maestro”, a comentar las bienaventuranzas (nn. 63-94) y al gran protocolo de Mt 25,31-46 (nn. 95-109).
-En la Exhortación apostólica Christus vivit (2019) el capítulo primero se titula “¿Qué dice la Palabra de Dios sobre los jóvenes?” (nn. 5-21) y el Papa dedica un apartado a “La juventud de Jesús” (nn. 23-29) y otro a “María, la muchacha de Nazaret” (nn. 43-48).
El papa instituyó el «domingo de la Palabra de Dios» a través de la Carta apostólica titulada Aperuit illis (2019), estableciendo que el III Domingo del Tiempo Ordinario esté «completamente dedicado» a la celebración, reflexión y divulgación de la Sagrada Escritura.
-En la Exhortación apostólica Querida Amazonia (2020) el cuarto capítulo está dedicado más directamente a los pastores y fieles católicos y se centra en el “Sueño eclesial”: ¡Ay de mí si no evangelizo!» 1 Co 9,16. (nn. 62); «Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda la creación» Mc 16,15) (nn. 64).
Resumiendo, en la lectura e interpretación de la Biblia no nos encontramos tan sólo con un texto sagrado y distante en espacio y tiempo, sino con un texto que nos presenta un mensaje de fe y vida para nosotros/ as hoy. La Biblia es un importante instrumento de reflexión. Partiendo de las experiencias cotidianas, se encuentra en ella, una guía para las actividades sociopolíticas, para los problemas de género, de educación, crisis ecología, etc. Se plantea a partir de ella una acción ética concrerio ta a favor de la vida. Se trata de una verdadera ética integral e integradora. En un mundo donde la violencia, la amenaza, la exclusión y la muerte sobresalen tranquilamente, la Sagrada Escritura, ofrece caminos para una humanización, para una vida en abundancia y donde la paz sea posible. Por lo tanto, se hace urgente testimoniar nuevas prácticas de solidaridad, para educar en el compartir y así mostrar una sociedad igualitaria, incluyente. Si queremos participar en la misión de la Iglesia de proclamar la buena nueva debemos sumergirnos en la Palabra de Dios. Debemos leer en oración las Escrituras diariamente—bien sea siguiendo el calendario litúrgico o con un plan de lectura más amplio— y debemos estudiar la Biblia para entenderla realmente. Nosotros los cristianos tenemos que tener un único objetivo en nuestra vida de fe y es poner la Biblia en el centro de nuestra vida cristiana para que ella sea una brújula, pero también para que ella sea como la primavera de nuestra vida espiritual, para que ella sea la que nos indique el camino a seguir
El papa Francisco ha fundamentado todo su magisterio en la ‘¡Sagrada Escritura!’. Con sus gestos y sus palabras, nos acerca al Evangelio vivo”.