Muera el cinismo político
Los termómetros más altos de Honduras no son los que marcan al virus sino el cinismo que exhibe con descaro la clase política del país. Cada día hay una mentira más, frecuentemente amplificada ––si no es que celebrada–– por algunos medios de comunicación sobrados de reporteros y carentes de análisis. En vez del pan nuestro es la falsedad diaria la que se espera para divertimento pero igual con dolor, lo que por fortuna queda escrito en las redes sociales pues si no se creería que adolece de reacciones.
Al contrario, esta es una época en que la sociedad tiene más que claro lo que ocurre y podría llegarse a decir que no hay un hondureño, excepto los engañados por voluntad u omisión, que desconozca los ríos corruptos, los mares de vicio y las correntadas de delito que a niveles empinados del gobierno y de cierta empresa privada suceden. La alienación bajo la que el hondureño vivió por décadas y que le hizo imaginar a los partidos de ideología conservadora como instrumentos para disolver la pobreza y el atraso mucho ha disminuido. Este es el momento nacional en que sólo el ciego voluntario se resiste a ver, pudiéndose afirmar por ello que en la última década el proceso de toma de conciencia colectiva fue, como nunca, veloz y que aquí ya no se necesita convencer a nadie de que esta es una “democracia” del desastre sino más bien educarlo para desenvolverse políticamente.
Desastre sin solución convencional. Pues para contener el brutal deterioro en que los políticos hicieron caer al país la única respuesta sabia es eliminar a sus mismos autores y actores, expulsarlos para siempre del ruedo cívico, procesarlos y sembrarlos en la cárcel. Esa primera tarea de expulsión ––que implica retirarlos del poder–– es vital para el cambio y debe aportarla el sufragio, que es cuando se verá si la alegada toma de conciencia de que
Los termómetros más altos de Honduras no son los que marcan al virus sino el cinismo que exhibe con descaro la clase política del país”.
se trata arriba posee raíces o es aparencial. Actuar políticamente consistirá, a su vez, en negarles el voto, sacarlos de circulación, quitarlos del mando e investigarlos, que buena cantidad de sucio, toneladas, caerá. Y dar paso así a nuevas generaciones ojalá limpias, honestas y patriotas.
De nada sirve que el régimen pretenda lavarse la cara y apresuradamente oculte sus maldades, le es demasiado tarde para rectificar y lo que merece es el castigo social y posteriormente el penal para sus delincuentes. Es inútil que modifique leyes y oculte documentos, la luz siempre se impone y ha de haber, sin duda, funcionarios con ética que van dejando copia discreta de lo mal actuado, pues por fortuna la sociedad ya le perdió el miedo a los canallas y reconoce que vienen, impostergables, tiempos de justicia.
El propósito de millonarios caudales robados, la subterránea causa por la que prostituyen la soberanía, el nepotismo al repartir cargos públicos, las narco alianzas y los negocios vedados por ley, vendrá todo a conocerse en su instante y dará pie no a venganzas sino a justicia, pues como el político Pablo Iglesias ha afirmado, “la crisis terminará cuando el miedo cambie de bando”, ya que no basta con perderlo sino también prometerlo por vía del castigo a quienes lo usan para gobernar y desgobernar pueblos nobles como los nuestros latinoamericanos. Estamos obligados a practicar esa verdad