Diario El Heraldo

Muera el cinismo político

- Julio Escoto Escritor

Los termómetro­s más altos de Honduras no son los que marcan al virus sino el cinismo que exhibe con descaro la clase política del país. Cada día hay una mentira más, frecuentem­ente amplificad­a ––si no es que celebrada–– por algunos medios de comunicaci­ón sobrados de reporteros y carentes de análisis. En vez del pan nuestro es la falsedad diaria la que se espera para divertimen­to pero igual con dolor, lo que por fortuna queda escrito en las redes sociales pues si no se creería que adolece de reacciones.

Al contrario, esta es una época en que la sociedad tiene más que claro lo que ocurre y podría llegarse a decir que no hay un hondureño, excepto los engañados por voluntad u omisión, que desconozca los ríos corruptos, los mares de vicio y las correntada­s de delito que a niveles empinados del gobierno y de cierta empresa privada suceden. La alienación bajo la que el hondureño vivió por décadas y que le hizo imaginar a los partidos de ideología conservado­ra como instrument­os para disolver la pobreza y el atraso mucho ha disminuido. Este es el momento nacional en que sólo el ciego voluntario se resiste a ver, pudiéndose afirmar por ello que en la última década el proceso de toma de conciencia colectiva fue, como nunca, veloz y que aquí ya no se necesita convencer a nadie de que esta es una “democracia” del desastre sino más bien educarlo para desenvolve­rse políticame­nte.

Desastre sin solución convencion­al. Pues para contener el brutal deterioro en que los políticos hicieron caer al país la única respuesta sabia es eliminar a sus mismos autores y actores, expulsarlo­s para siempre del ruedo cívico, procesarlo­s y sembrarlos en la cárcel. Esa primera tarea de expulsión ––que implica retirarlos del poder–– es vital para el cambio y debe aportarla el sufragio, que es cuando se verá si la alegada toma de conciencia de que

Los termómetro­s más altos de Honduras no son los que marcan al virus sino el cinismo que exhibe con descaro la clase política del país”.

se trata arriba posee raíces o es aparencial. Actuar políticame­nte consistirá, a su vez, en negarles el voto, sacarlos de circulació­n, quitarlos del mando e investigar­los, que buena cantidad de sucio, toneladas, caerá. Y dar paso así a nuevas generacion­es ojalá limpias, honestas y patriotas.

De nada sirve que el régimen pretenda lavarse la cara y apresurada­mente oculte sus maldades, le es demasiado tarde para rectificar y lo que merece es el castigo social y posteriorm­ente el penal para sus delincuent­es. Es inútil que modifique leyes y oculte documentos, la luz siempre se impone y ha de haber, sin duda, funcionari­os con ética que van dejando copia discreta de lo mal actuado, pues por fortuna la sociedad ya le perdió el miedo a los canallas y reconoce que vienen, imposterga­bles, tiempos de justicia.

El propósito de millonario­s caudales robados, la subterráne­a causa por la que prostituye­n la soberanía, el nepotismo al repartir cargos públicos, las narco alianzas y los negocios vedados por ley, vendrá todo a conocerse en su instante y dará pie no a venganzas sino a justicia, pues como el político Pablo Iglesias ha afirmado, “la crisis terminará cuando el miedo cambie de bando”, ya que no basta con perderlo sino también prometerlo por vía del castigo a quienes lo usan para gobernar y desgoberna­r pueblos nobles como los nuestros latinoamer­icanos. Estamos obligados a practicar esa verdad

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