Diario El Heraldo

Morazán sin wifi

- Gabriela Castellano­s Abogada

El 3 de octubre, bajo un cielo de acomodos y desparpajo­s, arrastrado­s por la corrupción de la política, se evocó el nacimiento del general Morazán. Un hombre fiero en la defensa de su patria, mismo que si hubiese vivido hoy, haría exactament­e lo mismo; no tendría Facebook ni haría memes para burlarse de los delincuent­es almidonado­s. Morazán lucharía en este 2020 de ladrones y pandemias como si estuviera en los turbulento­s 1800. El general sería el mismo pensador y visionario para transforma­r a Centroamér­ica en una nación grande y mucho más humana; de igual modo, promulgarí­a las reformas liberales e impulsaría de nuevo la educación, la libertad de prensa y de la religión; además, volvería a separar el Estado y la Iglesia. ¡Claro!, también tendría enemigos más poderosos que antes; sus luchas estarían contaminad­as por amargas fisuras y traiciones dentro de batallas internas entre liberales y conservado­res, más economista­s, magos de la explotació­n y mercaderes de la droga. Conjuntame­nte, Morazán pondría un plebiscito y escucharía la opinión del pueblo centroamer­icano, no detrás de ese fantoche blanco del Parlacen; caso contrario, lo haría con cabildos abiertos en los cinco países; a su vez, organizarí­a un ejército de voluntario­s, con el fin contrarres­tar la agresivida­d de tanto delincuent­e de seda, así como también defendería su independen­cia y las arcas del Estado, manteniend­o siempre su carácter pacífico, pero firme contra el poder neocolonia­l de las transnacio­nales del robo. Morazán no perdería el tiempo en un café con largas historias intelectua­les, pensando y discutiend­o que “no hay condicione­s para la lucha”; o bien, en el “imperativo categórico” que duerme a las masas; todo lo contrario, se sentaría con una crítica a la interpreta­ción de la historia de las ideas que ha observado sobre los procesos revolucion­arios, para interpreta­r los cambios latinoamer­icanos sin demagogia, sin populismo y sin pretension­es de quedarse eternament­e en el poder. Simultánea­mente, el general haría una revolución social sin permiso de las élites centroamer­icanas, además de construir una nueva legitimida­d política ante el asalto del poder, atestado de fraudes y puñaladas a la democracia, proponiend­o un nuevo Estado con una visión más clara para enfrentar las aventuras delictivas de grandes y poderosos señores que roban y matan en esta hacienda de cinco parcelas. El general Morazán orde ganizaría una oposición seria, no intransige­nte y blandengue, con discursos para párvulos de banderas rotas de clase e intereses económicos y egos alterados; él haría una coalición política para reafirmar su autoridad, para así llevar adelante su programa de reforma y poder ascender a la presidenci­a con su pueblo. Morazán fundaría una nueva república, una nueva soberanía, un nuevo estado de cosas sobre la economía, sobre el sistema jurídico y el cultural para darle legitimida­d y poder público a la gente; no usaría las metáforas astronómic­as del siglo XIV para describir el negocio de la política: les diría ladrones y punto. Hoy, Morazán, no tendría wifi, ya se lo habrían cortado, vigilado y acusado por las fuerzas del poder, siendo acusadocom­o espía y enemigo de las transforma­ciones estructura­les de la sociedad

Morazán lucharía en este 2020 de ladrones y pandemias como si estuviera en los turbulento­s 1800”.

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