Morazán sin wifi
El 3 de octubre, bajo un cielo de acomodos y desparpajos, arrastrados por la corrupción de la política, se evocó el nacimiento del general Morazán. Un hombre fiero en la defensa de su patria, mismo que si hubiese vivido hoy, haría exactamente lo mismo; no tendría Facebook ni haría memes para burlarse de los delincuentes almidonados. Morazán lucharía en este 2020 de ladrones y pandemias como si estuviera en los turbulentos 1800. El general sería el mismo pensador y visionario para transformar a Centroamérica en una nación grande y mucho más humana; de igual modo, promulgaría las reformas liberales e impulsaría de nuevo la educación, la libertad de prensa y de la religión; además, volvería a separar el Estado y la Iglesia. ¡Claro!, también tendría enemigos más poderosos que antes; sus luchas estarían contaminadas por amargas fisuras y traiciones dentro de batallas internas entre liberales y conservadores, más economistas, magos de la explotación y mercaderes de la droga. Conjuntamente, Morazán pondría un plebiscito y escucharía la opinión del pueblo centroamericano, no detrás de ese fantoche blanco del Parlacen; caso contrario, lo haría con cabildos abiertos en los cinco países; a su vez, organizaría un ejército de voluntarios, con el fin contrarrestar la agresividad de tanto delincuente de seda, así como también defendería su independencia y las arcas del Estado, manteniendo siempre su carácter pacífico, pero firme contra el poder neocolonial de las transnacionales del robo. Morazán no perdería el tiempo en un café con largas historias intelectuales, pensando y discutiendo que “no hay condiciones para la lucha”; o bien, en el “imperativo categórico” que duerme a las masas; todo lo contrario, se sentaría con una crítica a la interpretación de la historia de las ideas que ha observado sobre los procesos revolucionarios, para interpretar los cambios latinoamericanos sin demagogia, sin populismo y sin pretensiones de quedarse eternamente en el poder. Simultáneamente, el general haría una revolución social sin permiso de las élites centroamericanas, además de construir una nueva legitimidad política ante el asalto del poder, atestado de fraudes y puñaladas a la democracia, proponiendo un nuevo Estado con una visión más clara para enfrentar las aventuras delictivas de grandes y poderosos señores que roban y matan en esta hacienda de cinco parcelas. El general Morazán orde ganizaría una oposición seria, no intransigente y blandengue, con discursos para párvulos de banderas rotas de clase e intereses económicos y egos alterados; él haría una coalición política para reafirmar su autoridad, para así llevar adelante su programa de reforma y poder ascender a la presidencia con su pueblo. Morazán fundaría una nueva república, una nueva soberanía, un nuevo estado de cosas sobre la economía, sobre el sistema jurídico y el cultural para darle legitimidad y poder público a la gente; no usaría las metáforas astronómicas del siglo XIV para describir el negocio de la política: les diría ladrones y punto. Hoy, Morazán, no tendría wifi, ya se lo habrían cortado, vigilado y acusado por las fuerzas del poder, siendo acusadocomo espía y enemigo de las transformaciones estructurales de la sociedad
Morazán lucharía en este 2020 de ladrones y pandemias como si estuviera en los turbulentos 1800”.