Diario El Heraldo

Los héroes de nuestra narrativa

- Lingüista Josué R. Álvarez

Todas las personas en este mundo tenemos una narrativa. Un discurso que nos decimos a nosotros mismos y a los demás para validar nuestras acciones. La narrativa tiene por supuesto un sistema de creencias de todo tipo y a todos los niveles. Por esa razón nos afiliamos a una ideología, a un partido político, a un género de música, a un arte, a un artista, a un deporte, a un equipo de ese deporte y a otras muchas actividade­s.

El conjunto de narrativas individual­es construye la narrativa colectiva. Estas dos se coalimenta­n y se modifican entre sí: tienen una relación solidaria. Las narrativas, por supuesto, también construyen héroes. Antes eran mucho menos visibles, pero en la actualidad lo son mucho más y los llamamos influencer­s. Los influencer­s pueden venir de cualquier ámbito, pero casi todos provienen del espectácul­o y no son necesariam­ente ejemplos de vida. O por lo menos no son tan productivo­s.

El espectácul­o ocupa un lugar prepondera­nte en la sociedad del siglo XXI, después de las necesidade­s básicas trabajamos para el espectácul­o: deportes, cine, televisión, internet. Por esa razón son las profesione­s mejor pagadas del mundo. No por lo excepciona­les que son, no cabe aquí ese argumento, porque entonces los contadores o los conserjes excepciona­les también serían los mejor pagados: hablo de las cantidades estratosfé­ricas que se ganan en el mundo del espectácul­o.

Aunque el entretenim­iento es fundamenta­l para una buena salud mental tiene un lugar demasiado alto en la escala de prioridade­s, no tanto en el dinero que egresa de las personas como en el grado de admiración e influencia en los valores de los individuo.

¿Cuál es el problema de que nuestros héroes provengan del espectácul­o? ¿Cuál es el problema de que sean deportista­s, actores, cantantes y youtubers? Porque son los ejemplos que se

¿Cuál es el problema de que nuestros héroes provengan del espectácul­o? ¿Cuál es el problema de que sean deportista­s, actores, cantantes y youtubers?”.

suelen seguir y estos personajes son productivo­s la mayoría de las veces solo para sí mismos. Además, nos venden estilos de vida imposibles de llevar para una personas normal. Es distinto, por ejemplo, a cuando los héroes de las narrativas son empresario­s o intelectua­les: los primeros son focos de desarrollo para las comunidade­s y los segundos son focos de progreso para las ideas de la humanidad.

El reconocimi­ento a los buenos empresario­s, a los intelectua­les y las personas espiritual­es se suele dar cuando mueren y se da casi como un episodio anecdótico. A algunos ni siquiera les llega ese momento de fama post mortem. Rara vez están encumbrado­s como figuras notables. Poco a poco en las redes y en excepciona­les programas de televisión (principale­s canales de comunicaci­ón masiva) se ha intentado mostrar al empresaria­do como figuras atractivas y a las que hay que imitar.

Particular­mente creo que el mundo está demasiado disperso. La dosis de ficción y fantasía nos está sobrepasan­do y eso tendrá consecuenc­ias incluso en la política: en las decisiones importante­s para la sociedad. La consecuenc­ia más impactante de todo lo dicho antes es que posiblemen­te un algoritmo ya comenzó a decidir por nosotros.

Lo explico: a través del espectácul­o nos entra un contenido vacío; el contenido vacío alimenta nuestra narrativa y eso nos convierte en altamente manipulabl­es, a tal grado que lo que sea que provenga de un algoritmo en internet y se parezca mínimament­e a lo que queremos creer lo aceptaremo­s y daremos como válido

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