En el Día Mundial de la Alimentación
Hoy que el calendario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) marca la celebración del Día Mundial de la Alimentación, es un momento propicio para recordar que la alimentación es la esencia de la vida y la piedra angular de nuestras culturas y comunidades, pero también, que el hambre es uno de los principales flagelos de millones de seres humanos subalimentados o con falta crónica de alimentos en las mesas de sus hogares. Las cifras son devastadoras.
En 2020, señala la FAO, casi 690 millones de personas padecen hambre, 10 millones más que en 2019 y la pandemia de covid-19 podría añadir entre 83 y 132 millones de personas a esta cifra, dependiendo de la perspectiva de crecimiento económico, y aunado a ello, el impacto de la malnutrición en todas sus formas (desnutrición, carencia de micronutrientes, así como sobrepeso y obesidad).
Este año, la celebración toma matices de mayor importancia por los efectos de la pandemia del covid-19, principalmente en sociedades de los países pobres como Honduras, donde el hambre, la obesidad y el sobrepeso golpean a millones de sus habitantes, muchos de los cuales se han visto obligados a salir de sus hogares a tomarse los bulevares y calles de las grandes ciudades a pedir alimentos para ellos y sus familias.
Los ciudadanos y ciudadanas demandan políticas públicas encaminadas a abordar esta problemática y estructurar proyectos y programas que les abran oportunidades de optar a un empleo o una actividad productiva para asegurar alimentos a sus familias.
Como lo plantea la FAO, es hora de actuar y de acelerar e intensificar las medidas para fortalecer los sistemas alimentarios y proteger los medios de vida de las personas; de proporcionar medios de vida dignos para los trabajadores del sistema alimentario y de promover prácticas agrícolas más sostenibles que preserven los recursos naturales de la Tierra, nuestra salud y el clima