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Fallece a los 93 años sor María Rosa, toda una vida consagrada al prójimo, a la solidaridad pura y a los más necesitados. Honduras llora su partida.
Su legado seguirá vivo en tanto sus más de 80 mil hijos y Honduras no la olviden.
Sor María Rosa Leggol, el ángel de los niños, la guerrera que libró mil batallas para ayudar a los más necesitados, partió ayer a los brazos del Padre Celestial. Su presencia física ya no estará, pero su invaluable legado de amor y solidaridad perdurará para siempre en el imaginario colectivo, porque ella era para muchos la madre de Honduras.
Sor María Rosa partió ayer a las 9:24 de la mañana, después de estar varios días en un estado delicado de salud.
Rodeada del amor de sus hijos adoptivos y cobijada por las oraciones de miles de almas, la religiosa falleció luego de luchar contra una enfermedad hepática, que padecía desde hace dos años.
A sus 93 años se enfrentó al covid-19 y lo venció como una guerrera. Sin embargo, en los últimos días su salud se fue deteriorando poco a poco.
La noticia de su fallecimiento convocó a sus hijos adoptivos, amistades y personas que le tenían un gran cariño en su casa, ubicada en la colonia Miraflores de la capital, donde recordaron, entre lágrimas, a la mujer que les cambió la vida.
En la capilla de su vivienda se rezó un rosario por su alma dirigido por el padre Max Velásquez, quien estuvo a su lado hasta el último momento.
La noticia de su irreparable pérdida causó tristeza en diversos sectores y llenó de dolor a sus hijos que encontraron amor y un hogar junto a ella.