“Hoy soy quien soy gracias a sor María Rosa”
A Marta López sus padres la abandonaron en un hospital público y sufrió de una desnutrición severa, donde casi pierde la vida.
Con un año de edad fue rescatada por la Sociedad Amigos de los Niños (SAN), donde vivió seis años y luego una familia le brindó apoyo.
“Hoy soy quien soy gracias a sor María Rosa y a todas mis tías que me ayudaron”, afirmó la señora. Agregó que hoy en día es madre soltera de un adolescente de 16 años que está a punto de graduarse de educación media.
“Lo he sabido criar, mi hijo va por el camino del bien”, comentó López. Agregó que se siente muy orgullosa de haber vivido su niñez en la SAN
Sor María Rosa deja un gran legado, por más de 54 años trabajó incansablemente por el bienestar de los niños vulnerables del país y su vida se la entregó a Dios.
Su solidaridad y fe inquebrantables la caracterizaban, siempre llevaba en sus manos un crucifijo como señal de su relación cercana con Jesucristo.
Muchos la consideraban la “Madre Teresa de Honduras y de Centroamérica” por su obra en favor de los más necesitados.
Su legado debe continuar porque es una lección de vida, marcada por la fe. “Dios me dio esta vocación a los seis años para hacer esta obra que yo creí que él quería que hiciera”, dijo durante una entrevista.
Ella perdió a sus padres desde muy pequeña, quedó al
cuidado de sus padrinos, y ese impacto la motivó a velar por la vida de los niños desprotegidos.
A los seis años sintió el llamado de Dios. Su convicción la llevó a internarse en el Hogar de Niñas de las Hermanas Franciscanas en la ciudad de Comayagua, desde donde siempre tuvo claro su objetivo: ayudar a niños en situación vulnerable. Recibió sus votos religiosos en 1949.
Solidaridad
Luego de una ardua labor dentro de su congregación, fundó la Sociedad Amigos de los Niños (SAN) en 1966, donde menores de edad huérfanos encontraron un techo, calzado, vestido, sustento, educación y mucho amor.
Dos años después, firmó un convenio entre Sociedad Amigos
de los Niños y Aldeas SOS Internacional, asumiendo su compromiso de brindar más apoyo a niños y niñas en situación de vulnerabilidad.
Se logró la apertura de hogares en Choloma, Tela, La Ceiba y Tegucigalpa, donde se les ha brindado apoyo a miles de menores.
Días antes de su deceso, miles se unieron en cadena de oración para pedir por su salud. El cardenal Óscar Andrés Rodríguez la visitó el martes y le administró el sacramento de la Unción de los Enfermos.
Despedida
Luego de unas horas expuestos en la capilla de su hogar, los restos mortales de la religiosa fueron llevados en caravana en horas de la tarde hacia la Basí
lica Menor de Suyapa, donde se ofició a las 4:00 de la tarde una misa de cuerpo presente, que fue oficiada por el cardenal Rodríguez.
El arzobispo de Tegucigalpa destacó en su mensaje el enorme ser humano que fue la religiosa. “El legado de sor María Rosa no puede morir con ella, las personas que la amaron deben continuar su labor, ojalá hubiese más sor Marías Rosa en Honduras”, dijo.
El féretro rodeado por arreglos florales fue recibido en medio de aplausos de los presentes.
Luego, ondeando globos blancos, sus hijos la acompañaron a su última morada en el cementerio Jardines de Paz Suyapa, donde descansa, pero su legado vivirá por siempre