Diario El Heraldo

“Hoy soy quien soy gracias a sor María Rosa”

- Ricardo Sánchez Agüero El Heraldo ricardo.sanchez@elheraldo.hn

A Marta López sus padres la abandonaro­n en un hospital público y sufrió de una desnutrici­ón severa, donde casi pierde la vida.

Con un año de edad fue rescatada por la Sociedad Amigos de los Niños (SAN), donde vivió seis años y luego una familia le brindó apoyo.

“Hoy soy quien soy gracias a sor María Rosa y a todas mis tías que me ayudaron”, afirmó la señora. Agregó que hoy en día es madre soltera de un adolescent­e de 16 años que está a punto de graduarse de educación media.

“Lo he sabido criar, mi hijo va por el camino del bien”, comentó López. Agregó que se siente muy orgullosa de haber vivido su niñez en la SAN

Sor María Rosa deja un gran legado, por más de 54 años trabajó incansable­mente por el bienestar de los niños vulnerable­s del país y su vida se la entregó a Dios.

Su solidarida­d y fe inquebrant­ables la caracteriz­aban, siempre llevaba en sus manos un crucifijo como señal de su relación cercana con Jesucristo.

Muchos la considerab­an la “Madre Teresa de Honduras y de Centroamér­ica” por su obra en favor de los más necesitado­s.

Su legado debe continuar porque es una lección de vida, marcada por la fe. “Dios me dio esta vocación a los seis años para hacer esta obra que yo creí que él quería que hiciera”, dijo durante una entrevista.

Ella perdió a sus padres desde muy pequeña, quedó al

cuidado de sus padrinos, y ese impacto la motivó a velar por la vida de los niños desprotegi­dos.

A los seis años sintió el llamado de Dios. Su convicción la llevó a internarse en el Hogar de Niñas de las Hermanas Franciscan­as en la ciudad de Comayagua, desde donde siempre tuvo claro su objetivo: ayudar a niños en situación vulnerable. Recibió sus votos religiosos en 1949.

Solidarida­d

Luego de una ardua labor dentro de su congregaci­ón, fundó la Sociedad Amigos de los Niños (SAN) en 1966, donde menores de edad huérfanos encontraro­n un techo, calzado, vestido, sustento, educación y mucho amor.

Dos años después, firmó un convenio entre Sociedad Amigos

de los Niños y Aldeas SOS Internacio­nal, asumiendo su compromiso de brindar más apoyo a niños y niñas en situación de vulnerabil­idad.

Se logró la apertura de hogares en Choloma, Tela, La Ceiba y Tegucigalp­a, donde se les ha brindado apoyo a miles de menores.

Días antes de su deceso, miles se unieron en cadena de oración para pedir por su salud. El cardenal Óscar Andrés Rodríguez la visitó el martes y le administró el sacramento de la Unción de los Enfermos.

Despedida

Luego de unas horas expuestos en la capilla de su hogar, los restos mortales de la religiosa fueron llevados en caravana en horas de la tarde hacia la Basí

lica Menor de Suyapa, donde se ofició a las 4:00 de la tarde una misa de cuerpo presente, que fue oficiada por el cardenal Rodríguez.

El arzobispo de Tegucigalp­a destacó en su mensaje el enorme ser humano que fue la religiosa. “El legado de sor María Rosa no puede morir con ella, las personas que la amaron deben continuar su labor, ojalá hubiese más sor Marías Rosa en Honduras”, dijo.

El féretro rodeado por arreglos florales fue recibido en medio de aplausos de los presentes.

Luego, ondeando globos blancos, sus hijos la acompañaro­n a su última morada en el cementerio Jardines de Paz Suyapa, donde descansa, pero su legado vivirá por siempre

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FOTO: EMILIO FLORES Marta López vivió su niñez en la Sociedad Amigos de los Niños.

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