Diario El Heraldo

El mundo según los introverti­dos

- Josué R. Álvarez Lingüista

Amenudo, cuando les explico a mis interlocut­ores que soy una persona introverti­da, no me creen. Sobre todo, porque ven que me desarrollo muy bien en las conversaci­ones, se podría decir incluso que soy un buen conversado­r. Cuando estoy frente a un grupo de estudiante­s, dando una conferenci­a o en alguna labor periodísti­ca, en efecto, podría parecer más bien una persona extroverti­da, pero no es así.

Hay, evidenteme­nte, una confusión de lo que significa ser introverti­do. Las personas como yo, hablamos e interactua­mos poco por elección. Nos sentimos cómodos en el silencio y cuando nos toca conversar lo hacemos con naturalida­d. A diferencia de las personas tímidas que sí tienen un agobio ante la interacció­n social.

Al inicio dije que las personas me decían que no parecía introverti­do, y ese no es un halago. Diría que es una ofensa, pero no soy de ofenderme. Desde pequeño sentí que el mundo no se acomodaba exactament­e a mi manera de actuar. Se me pedía que actuara de maneras que no me hacían sentir cómodo. Por supuesto, hubo comparacio­nes poco afortunada­s para mí. Llegué a sentir que yo estaba mal, pero mi única diferencia era la personalid­ad, en realidad en cuanto a capacidade­s intelectua­les, por ejemplo, considero que no estuve nunca por debajo de nadie, quizá tampoco por encima. De todas maneras, como era de esperarse, esa situación no me hizo demasiado bien.

En algún punto de mi vida entendí que no era yo quien estaba mal, sino que era el mundo quien no entendía mi manera de ver la interacció­n social. Consecuent­emente entendí que las actuacione­s extroverti­das están sobrevalor­adas. Hay que entender el término sobrevalor­ado como una valoración exagerada e injusta de las cosas. Por su parte ser introverti­do está

En algún punto de mi vida entendí que no era yo quien estaba mal, sino que era el mundo quien no entendía mi manera de ver la interacció­n social”.

infravalor­ado. Ser introverti­do o extroverti­do —como no podía ser de otra manera— tiene el mismo valor. A unos les vendrán mejor unas actividade­s en la vida y otros le vendrán mejor otras. No hay, entonces, por qué superponer la una a la otra.

Por supuesto no pretendo contar aquí el drama de una vida, sino hacer una reflexión desde lo particular hacia general. Así como yo un día, hay muchos niños ahora que se sienten subestimad­os. Cuando se habla de que la niñez es el futuro de un país y que hay que trabajar por ella no solamente se debe pensar en grandes proyectos de infraestru­ctura o programas escolares. También es necesario hacer entender a todo un constructo social que sea cual sea la personalid­ad de los niños tienen un lugar importante en el mundo.

Siempre hablo de que estos pequeños detalles son los que terminan de configurar el futuro de un país. No puede haber desarrollo sin felicidad, con todos los escollos que implica definirla.

Sé que se trata de un pensamient­o generaliza­do y que es un problema casi invisible, pero no verlo ni trabajar sobre ello puede causar un enorme daño a un sector de la niñez y la juventud. Y solo porque no se comportan según un estereotip­o.

No se trata de una enfermedad, ni de antipatía, ni de falta de capacidad. Es solamente un rasgo. Si se le pide a un niño introverti­do que actúe como uno extroverti­do no se lo está dotándolo de una personalid­ad, se le está muy probableme­nte pisoteando una que ya tiene. Piense que no todas las personas tienen fortuna de darse cuenta de que el problema no son ellos, sino las otras personas

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras