El día del juicio
Los días de elecciones son parecidos al terrible día del juicio final. Los aspirantes acuden como mansos corderos al escrutinio de sus electores, confiando en que estos sepan distinguir entre sus virtudes y faltas. Imploran, casi suplican la atención de los implacables jueces, esperando ser situados a la derecha, en el rebaño de los salvos, lejos y separados de los descarriados hijos de aquella.
De rodillas, con el corazón acongojado, casi hecho cenizas, ponen su vida en manos de las volubles masas, buscando la redención que les aleje de las ardientes llamas de la venganza. Una vez concluido el recuento de votos, desearán experimentar la gloriosa elección, más nunca el implacable destino de la indiferencia. Condenados a soportar a sus elegidos durante algún tiempo, los votantes aguardarán pacientemente. Cuando llegue el momento, separarán el grano de la paja y enviarán al fuego eterno del olvido a aquel que no les sirva ni interese.
¿Existe una fecha ideal para este inclemente ejercicio? En realidad, no. Podría practicarse cualquier día de los doce meses del año, sin descartar las festividades.
Veamos: En El Salvador se elige presidente en febrero, en Guatemala en junio (y si hay sepoco gunda vuelta, en agosto). Más lejos en el Uruguay se hace en octubre, mientras los chilenos lo hacen en diciembre. En República Dominicana van en julio; un más al norte, los gringos lo hacen en noviembre (como nosotros). Las fechas pueden ser diferentes, pero se respeta su periodicidad, aun en medio de pandemias catastróficas como hemos podido constatar (Bolivia fue notoria excepción, pero por razones de lesa majestad).
Nosotros acudimos cada cuatro años a elecciones generales el último domingo de noviembre, para luego iniciar el nuevo período presidencial el 27 de enero. Antes de la constitución actual (1982), la de 1957 establecía el inicio del sexenio (seis años) para los 21 de diciembre y la de 1924 el primero de febrero, por cuatro años como ahora. Previo a esas fechas, deberían haberse efectuado las elecciones generales, lo que no siempre ocurría o acababa bien como ya se sabe.
Al igual que con la fecha de las elecciones generales, la prescrita para elecciones primarias ha cambiado en los últimos procesos. En la actualidad son en marzo, pero se han realizado ya en noviembre y diciembre del año anterior a las generales, o en febrero y mayo del mismo año. Sin importar el mes o las razones del cambio, usualmente ha sido complicado evitar los excesos de gastos en la propaganda y el descuido de los asuntos nacionales y locales al calor de las campañas. En esta ocasión deberán sumarse esenciales medidas de control biosanitario, muy ignoradas por la mayoría de los aspirantes en sus actividades proselitistas, aun siendo un tema de vida o muerte. Como puede verse la fecha no es relevante. Sí lo es el juicio final de los electores y esta vez también lo será el divino, inapelable e implacable con los irresponsables
En esta ocasión deberán sumarse esenciales medidas de control biosanitario, muy ignoradas por la mayoría de los aspirantes en sus actividades proselitistas, aun siendo un tema de vida o muerte”.