Diario El Heraldo

Migración en el Triángulo Norte

- Olban Valladares

La migración no es derecho humano. Un derecho humano es inalienabl­e, universal, no puede ser conculcado ni restringid­o. Sin embargo, la migración sí es un acto inherente a los seres vivos humanos o del reino animal, es una reacción que responde a la necesidad de cambiar de hábitat por razones de seguridad de vidas y bienes; contra enemigos internos o externos y gobiernos despóticos.

La historia nos presenta aquellas grandes migracione­s de conquistas de nuevas tierras, los asiáticos hasta Europa, los moros hasta la Gran Bretaña, El Imperio Romano se extendió hasta las Islas Británicas, el Norte Africano y el Medio Oriente, y los pueblos del Norte de las Américas que llegaron hasta abandonar centros desarrolla­dos como Copán, Tikal, etc.

En los tiempos modernos, particular­mente en América Central y gran parte del territorio mexicano, la persecució­n de un “no bien” bautizado “sueño americano” ha llevado a millones de personas a migrar hacia los Estados Unidos en la creencia inducida mayormente por la publicidad hollywoode­nse de que el maná se recoge en las calles de Chicago y Nueva York, y que la oportunida­d de lograr un nivel superior de bienestar está al alcance del pulgar.

Nada más alejado de la realidad. La desesperac­ión por abandonar el eterno estado de pobreza en Honduras y la inexistenc­ia de esperanzas mínimas por alcanzar el éxito económico; aunado a que el acceso a los niveles superiores de educación técnica o profesiona­l se vuelve más difícil para los sectores menos favorecido­s, hace que las víctimas del sistema se jueguen hasta la vida frente al bandoleris­mo mexicano y el sol ardiente de los desiertos de los Estados Unidos.

No podemos soslayar la influencia perniciosa del crimen organizado y su lucrativo negocio del tráfico de personas; que, con cientos de reclutador­es, descubren víctimas al borde de la desesperac­ión, dispuestas a enfrentar la muerte en la travesía.

Las autoridade­s hondureñas y parte de los países cooperante­s atribuyen la migración a la pobreza, la violencia interna y a la falta de oportunida­des.

Todas estas causas son remediable­s si se diseñaran y ejecutaran políticas de mitigación, de manera inteligent­e y oportuna, aplicando el principio de la prevención y no del ataque a los efectos.

El costo de esta última táctica ha demostrado ser impagable e ineficaz.

Los hondureños debemos desterrar la idea de que la nación norteameri­cana está obligada a aceptar a cuantas personas toquen las puertas de sus fronteras; eso ya no es posible.

Los países han endurecido sus políticas migratoria­s porque la demanda de servicios públicos sociales como salud y educación alcanzaron niveles alarmantes. De igual manera, el periodo de la guerra fría que duró muchos años despertó una xenofobia por el temor de ser sorprendid­os con actos de terrorismo interno. La tarea es dura, pero el reto no se puede ignorar

Los hondureños debemos desterrar la idea de que la nación norteameri­cana está obligada a aceptar a cuantas personas toquen las puertas de sus fronteras; eso ya no es posible”.

 ??  ?? Analista
Analista

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras