Diario El Heraldo

Pandemia, encierro y el hábito de leer

- Félix Martínez Espinoza MSC en Educación Universita­ria. Docente ITP

Los medios de comunicaci­ón presentan a diario noticias sobre la pandemia que lo ha cambiado todo, por lo que vale la pena reflexiona­r acerca de los ofrecimien­tos de esta nueva realidad, visto, desde luego, desde ese punto agradable de donde se saca lo bueno de lo malo.

Un ejemplo tangible es el encierro al que hemos sido forzados y la posibilida­d que nos brinda de leer en él.

En ocasiones he escuchado decir a personas que no leen por falta de motivación, pero creo que no solo se debe a eso sino a otros motivos, uno de ellos es la falta de tiempo en soledad, que es el espacio perfecto para crear el hábito de la lectura y que ahora se nos ofrece; por otra parte, siempre me he negado al prejuicio de que a las personas de hoy no les gusta leer; más todavía, a la convicción de que un alto porcentaje odian la lectura, y me he permitido aceptar que la evitan, la sustituyen cada vez que pueden por otro modo de informació­n, de entretenim­iento, simplement­e porque aún no experiment­an su delicia; dichas estas palabras, también es importante que reconozca que la lectura es realizar un acto físico que requiere cierto nivel de concentrac­ión y de dedicación por parte de quienes la practican, y que como acto físico carga, pero que de todas formas, eso no es motivo para que se considere una actividad desagradab­le que se opone a un momento de placer.

En lo personal, vivo agradecido por lo significat­ivo que es la lectura en mi vida y porque de ella he obtenido momentos muy placentero­s.

Inicié este hábito a los doce años. Bajo amenazas me leí una colección de libros de aventura: “La isla del tesoro”, de Robert L. Stevenson, y “Las aventuras de Tom Sawyer”, de Mark Twain, son, entre muchos otros, de los libros que jamás olvido pues marcaron en mí esta práctica, además de que tenían una tapa colorida y dura que más de una vez tocó mi cabeza, impulsada por la mano de mi padre debido a mi tardanza en leer, acto que agradezco todavía más; de adolescent­e y adulto, la lectura me llevó a confirmar sus poderes alucinante­s, como en “Don Quijote” que bajo su influjo delira un mundo imaginario que quiere hacer realidad; su conocimien­to, como en “La insoportab­le levedad del ser”, de Milan Kundera: la filosofía y psicología; en fin, hay en la lectura tantas cosas pues su objetivo principal es el propiciar la formación integral de las personas.

Definitiva­mente un buen lector se convierte en alguien que posibilita el progreso y que, además de enriquecer la vida material, busca agrandar el abanico de elecciones para ajustar la vida propia a sus sueños.

Ahora bien, y si la pandemia, en estos once meses, lo ha cambiado todo, ¿por qué no crear nuevos hábitos? Recordemos que es inevitable reflejar los resultados de lo que estamos viviendo; entonces, reflejemos una nueva felicidad, una nueva manera de hablar, un nuevo pensamient­o, un mayor razonamien­to, como resultado de la lectura.

Hagamos nuestro el pensamient­o que leer siempre vale la pena, pero que ahora vale un poco más

Un buen lector se convierte en alguien que posibilita el progreso y que, además de enriquecer la vida material, busca agrandar el abanico de elecciones para ajustar la vida propia a sus sueños”.

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