La designación de Harris
“La frontera está cerrada”. Con ese mensaje de funcionarios del Departamento de Seguridad Interior (DHS) el gobierno estadounidense trata de apagar las voces de opositores políticos que acusan a la nueva administración de Joe Biden de alentar la migración de centroamericanos a través de la frontera sur. Biden -además- ha encargado a la vicepresidenta Kamala Harris la gestión del tema migratorio y la creciente llegada de migrantes a la frontera con México, sobre todo niños no acompañados.
El nombramiento de Harris se da en momentos de altos cuestionamientos a su gobierno por el manejo de centros de migrantes y las solicitudes de asilo, ante lo cual la vicepresidenta reconoció que su país necesita aumentar la capacidad de procesar las demandas de asilo y de acoger a los migrantes, principalmente personas de América Central que huyen de la pobreza, la violencia y los desastres naturales.
La designación de Harris es en sí un mensaje de la importancia que para el nuevo gobierno estadounidense tiene el tema migratorio, principalmente de países del Triángulo Norte centroamericano (Guatemala, El Salvador y Honduras), desde donde todos los días, solas o en caravanas, miles de personas huyen de las condiciones extremas de inseguridad, pobreza y falta de oportunidades en sus países de origen. Su nombramiento, al igual que las ofertas de Biden de hacer de su política migratoria “más humana y transparente”, también generan expectativas en una región que históricamente ha estado a expensas del gobierno estadounidense en este tema, esperando, como sucedió en la administración Trump, les indiquen las acciones a seguir, y les llevó, incluso, a aceptar el papel de “países seguros”, sin contar con las condiciones.
Hoy, los anuncios que conllevan una lucha frontal contra los altos índices de corrupción generan mayores esperanzas en quienes todavía creen que en sus países puede forjarse un mejor futuro. Un gran reto