Feligreses de San Pedro Sula avivan su fe, sin procesiones y bajo lluvias
La pandemia frenó la afluencia de feligreses en las celebraciones del Viernes Santo pero no pudo con la fe y devoción de los miles de sampedranos que vivieron a su manera la Pasión y Muerte de Jesús.
Cada parroquia, bajo el protocolo de bioseguridad emitido por la Iglesia Católica, se la ingenió para rememorar el sacrificio más grande hecho por la humanidad.
Por segundo año no hubo procesiones masivas, mu- chos vía crucis se realizaron en los templos y a puertas cerradas, solo transmitidos por las redes sociales.
En otras parroquias decidieron hacer cuadros en vivo en las calles desoladas y sin feligreses, reviviendo el camino que hizo Jesús hasta la Cruz.
Uno de los recorridos más llamativos fue el de la parroquia San José, en el barrio Medina, donde el grupo Nazareno mantuvo la tradición de realizar cuadros en vivo, incluso bajo la lluvia que arreciaba en la ciudad.
Las reflexiones en todos los vía crucis coincidieron. Cada estación estuvo cargada de la santa palabra, pero también de clamor.
En la primera estación donde Jesús fue condenado a muerte se recordó la cultura de odio y resentimiento en que vive el país y el sistema de justicia que está concebido para liberar a los poderosos y condenar a los débiles.
Las caídas del hijo de Dios recordaron a las familias hondureñas postradas o sufriendo el dolor de la muerte de sus seres queridos a causa del covid-19 y que Honduras seguirá cayendo si no se buscan y establecen alternativas de desarrollo social pues la cruz es pesada.
El mensaje fue claro. Hay oportunidad de defender la vida con esperanza, construyendo una sociedad justa